LOS MARTES DE DON DEMETRIO Valparaíso, siempre puerto (II)
POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
Como lo señalé el martes pasado, no hay que olvidar nunca que el mar y el puerto fueron la razón de ser para la creación de Valparaíso y son los motivos para enfrentar su presente y su futuro. Se debe pensar en grande y es indispensable intentar obras que puedan recibir los grandes barcos del futuro. Hoy día, Coronel o Talcahuano reciben portacontenedores que tienen una eslora (largo) de 400 metros y un tonelaje de 167.000 toneladas, pudiendo transportar 16.000 teus (contenedores de 20 pies). ¿Cómo se maniobran dos buques de ese tamaño, sin considerar los que vendrán, dentro de la posa de abrigo con que hoy se cuenta en Valparaíso?
Se dice que los privados como tales no tienen capital para enfrentar un desafío como aquel y que el Estado debe atender otras necesidades de la población, que son reales, antes de dedicar tantos recursos a la creación de un megaproyecto. Incluso entre ambos tampoco podrían hacer frente a un proyecto como el que habría que llevar a cabo. Y eso es cierto. De ahí es que se colige que la ciudad debe buscar otras alternativas para progresar e incluso se ha puesto como ejemplo la reconversión de la ciudad de Detroit, en Estados Unidos, cuando las grandes empresas productoras de automóviles abandonaron la ciudad debido a la competencia asiática y la alternativa de construir plantas más económicas en otros países. No tengo espacio para contradecir esta última proposición, del todo equivocada, pero espero hacerlo en un próximo artículo. Conozco el tema como pocos, pues desde junio de 1970 hasta mayo de 1972 viví en esa urbe mientras estudiaba mi máster en Ciencias Políticas en la Universidad de Detroit.
Concretamente, tengo la visión que se debe usar todo el frente de la bahía que es paralelo a la avenida Errázuriz, el que daría cabida a varios grandes barcos. Esa zona cercana a la tierra debería ser dragada para otorgar el calado adecuado a esas naves, pero las aguas cercanas son profundas. Se me dirá que es imposible lo anterior pues esa área está abierta al norte, por lo que se carecería de protección adecuada para los vientos provenientes de allí. Esa afirmación es efectiva, pero eso tiene una solución en la mente de un simple abogado como el que escribe estas líneas. Claro que es costosa.
Si se construye al norte del puerto un nuevo molo de este a oeste a una distancia suficiente del actual que va de oeste a este, el nuevo frenaría la famosa ola del norte. Habría que calcular el sitio exacto de esta nueva construcción, a fin de dar cabida a la maniobrabilidad de los barcos en el espacio que se crearía entre ambos molos. Como señalo, la nueva construcción debería iniciarse desde un lugar sito al norte, el que podría situarse, especulo, desde la Caleta Portales. El nuevo molo debería tener el largo que técnicamente lo haga viable para frenar la ola del norte y, al mismo tiempo, dejar el espacio necesario que las grandes naves requieran.
Se me responderá que es una locura, lo mismo que se dijo en Perú cuando alguien tuvo la idea de construir el puerto de Chancay. Pero la locura allí tuvo solución y una proposición como la esbozada u otra que contemple requerimientos técnicos que escapan por lejos, como dije, la limitada capacidad del abogado que escribe estas líneas, debería intentarse. ¿Cómo se financia aquello? Es muy fácil: licitación internacional. Se debe llamar a una amplia licitación internacional, en la cual pueden participar, lógicamente, empresas chilenas interesadas, fijándose un plazo de extinción, tal como se ha hecho con las carreteras y otras obras. Cuando el recordado y querido ex Presidente Aylwin propuso aplicar en el país el sistema de licitación de carreteras, en momentos en que la escasez de caminos aptos para un tráfico moderno era monstruosa, una gran cantidad de connacionales lo consideró como loco o soñador. Los locos y los soñadores fueron los que dudaron.
Hagamos memoria cercana sobre cómo era el camino que unía a Valparaíso con Santiago. Hoy ya se habla de una tercera vía para ampliar las dos existentes en ambos sentidos y nos olvidamos de lo que teníamos antes que don Pato llegara a La Moneda. Chile debe ser el país en América Latina que ha alcanzado el nivel más alto en cuanto a carreteras y ello es gracias a las concesiones. Sigamos ese camino para conseguir el desarrollo que tanto necesita nuestro querido puerto y la Quinta Región en general.