El necesario punto medio en Valparaíso
Mediante una carta a Unesco, un grupo de porteños aludió al informe realizado por dos expertos sobre el patrimonio de la ciudad.
El mismo día que el MOP adjudicaba a la internacional Sacyr el proyecto de ampliación y mejoras de la Ruta 68, entre Valparaíso y Santiago, un grupo de porteños enviaba a Unesco una carta en la cual pedía al organismo que exigiera un nuevo estudio de impacto patrimonial a la expansión portuaria, algo así como una actualización de la visita inspectiva y posterior informe realizados por los expertos Juan Luis Isaza Londoño y Martín Andrade Pérez, en abril de 2016. En sus conclusiones, el informe de ambos especialistas advertía los riesgos patrimoniales del plan de desarrollo portuario vigente en la época; sin embargo, antes que un llamado a congelar dichos procesos, sus sugerencias fueron abrir un diálogo capaz de encontrar puntos medios de beneficio mutuo. Es un error oponer de forma tan drástica y concluyente los valores patrimoniales de Valparaíso a sus necesidades de desarrollo portuario, no solamente porque la actividad portuaria es parte ineludible de su identidad, previa incluso a su vocación turística, sino también porque cada vez que esta se ha visto obstaculizada o disminuida, la ciudad ha sufrido un decaimiento económico que ha devenido en perjuicios laborales, éxodo de habitantes y lamentable descuido de su patrimonio urbano, especialmente del Sitio Patrimonio de la Humanidad. Aquí, como se ha dicho tantas veces, se refleja un fracaso del Estado de Chile en el objetivo de convertir el patrimonio en un factor de desarrollo para el alicaído Valparaíso. ¿Esta acción revertirá dicha tendencia? Es una oportunidad, como vieron Isaza y Andrade hace más de ocho años, cuando plantearon que "el patrimonio cultural y urbano de la ciudad no es un 'espectáculo efímero' para la contemplación de aquellos que pudieran saber admirarlo, ni un bien a ser consumido en la inmediatez. Es parte fundamental e irrenunciable de un cierto modo de vivir, comprendido entre los extremos poco sostenibles de un desarrollismo o un conservacionismo a ultranza; es imprescindible encontrar ese difícil, pero posible, punto medio". La pregunta es si todos los actores que participan del proceso y especialmente quienes enviaron la carta, identifican con claridad cuál es ese punto medio que propone Unesco.