Los misteriosos caminos de la memoria, según Margaret Atwood
Mujeres que buscan proteger a sus hijas de la maldad del mundo, así como a los espíritus de los animales de compañía, a sus maridos de su propia torpeza y a las nuevas generaciones de plagas de infertilidad, son los temas de Perdidas en el bosque, el más reciente libro de la autora canadiense Margaret Atwood, quien cuenta con más de 60 volúmenes, entre ellos el que la hizo conocida en todo el orbe: El cuento de la criada, una distopía sobre mujeres cuyo único fin es dar descendencia a hombres pudientes, en medio de un régimen conservador y profundamente religioso.
Vestidas como las criadas, es decir, con una túnica roja, el pelo cubierto y envuelto en telas que forman un sombrero cónico para evitar que miren hacia los lados, cientos de mujeres del primer mundo han protestado en la última década al ver reducidas sus garantías. Esa idea se repite en Perdidas… a través del cuento Pandemónium que, con algunas modificaciones, da cuenta de un grupo de mujeres que educan niños separados por sexo, en valores como la monogamia y la reproducción como objetivo, "con tal de conseguir un producto de pureza garantizada", sin enfermedades ni perversiones.
A través de líneas sin aspavientos, Atwood da cuenta de un futuro que podría ser, mediante, por ejemplo, "la puerta de una habitación infantil para invitados, todavía decorada al estilo Montessori de principios del siglo XXI. Sharmayne tenía predilección por las antigüedades". La escritora, en videoconferencia con este medio, pregunta "¿qué tiene que ver la memoria con la felicidad o la tristeza? Seguramente mucho, porque recordamos momentos felices de nuestra vida, así como también tristes, pero recordamos cosas que ya pasaron, entonces ¿hasta qué punto existimos en un lugar y un espacio que ya no es real, que ya no está ahí? ¿Y hasta qué punto existimos en un momento del futuro que todavía no ocurre? Hay mucha gente que ha especulado sobre el proceso del tiempo, el pasado, el presente. ¿El presente existe? También nos lo podemos preguntar porque cuando un momento sucede, ya es pasado. Sabemos que tenemos memoria a corto y largo plazo: ahí es donde tenemos que buscar la claridad".
Este aspecto es tocado también al comienzo del libro, con Primeros auxilios, donde una mujer repasa las vivencias con su pareja. Algo parecido a lo que tal vez vivió la dos veces ganadora del premio Booker en los años previos al fallecimiento de su última pareja, el también escritor Graeme Gibson, quien padecía demencia. "La memoria y la pérdida de memoria que estudia la neurociencia... En el caso de mi marido, quien no estaba perseguido por el pasado, fue afectado por la pérdida de memoria, pero de una manera relativamente feliz", afirmó Atwood.
La escritora se refiere, además, a que los 15 cuentos que forman Perdidas… son "respuestas a peticiones específicas de la gente. Por ejemplo, La entrevista post mortem con George Orwell (Homenaje a Cataluña) es porque había una serie que se llamaba así, donde pedían a escritores que eligieran a un autor fallecido para entrevistarlo. Creo que no estoy muerta todavía, así que a mí no me entrevistaron (sonríe), pero escogí a Orwell porque siempre me ha interesado muchísimo y tenía una serie de preguntas que plantearle".
-¿Por qué le llamaba la atención?
-Lo leí bastante cuando era joven. Rebelión en la granja no tenía idea que era una alegoría política, pensaba que era una historia divertida para niños y después me fui horrorizando, poco a poco. Cuando matan al caballo me pareció bastante espantoso: ahí me di cuenta que evidentemente no era una novela para niños, me causó mucha impresión y después descubrí que era una alegoría. (... También) me interesaba muchísimo la pregunta ¿cómo sería Inglaterra si fuera una dictadura? Es la misma que hice sobre Estados Unidos cuando escribí El cuento de la criada, porque me comenzaron a interesar (como tópico narrativo) las formas totalitarias de Gobierno, ese ambiente. Por otro lado, me influyó que en 1984, en estas historias sobre el futuro y gobiernos espantosos, siempre necesitas una explicación de cómo llegaron a eso y Orwell lo plantea en medio del libro con una pregunta sobre si el enemigo puede existir o no, es real o no: no lo sabemos porque hay un Gobierno que controla los medios (de comunicación), por lo que nunca sabes realmente qué es real y qué no. En El cuento de la criada yo no podía poner un texto en medio del libro para que lo leyera la narradora, porque no puede leer y no tiene acceso a ningún análisis de noticias debido a que el Gobierno controla la televisión, porque eso lo escribí antes de internet y los teléfonos inteligentes, aunque tampoco le habrían permitido a ella tener alguna de estas herramientas, evidentemente. Por lo tanto, esa pregunta de cómo se llega a ese punto lo publiqué en un artículo académico al final del libro, tiempo después.
"Hay otra cosa que me fluyó de Orwell: durante muchos años, mucha gente o todo el mundo pensó que 1984 era muy negativo, que terminaba con un tono muy, muy sombrío, esa idea del lavado de cerebro y el Gran Hermano, pero no finaliza así, de hecho, termina con aquel lenguaje que (los jerarcas del régimen) quieren que todo el mundo hable, un inglés estándar en tiempo pasado, y así sabemos que (al leer la novela ya) se terminó la época de 1984, por lo cual es un libro mucho más esperanzador que lo que la gente pensó en un primer momento. Yo también quería poner un futuro en mi libro, que estuviera más allá del futuro, en un mundo en el que ese mundo anterior ya no existe pero la gente lo estudia, es decir, cuando un momento (histórico) dado se supera pasa a ser objeto de estudio. Después puede seguir en esa categoría o transformarse en una estatua, (el nombre de) un parque, un hospital, por lo que se memoriza de una manera u otra, pero ya no existe", agrega la escritora ganadora del Premio Príncipe de Asturias.
Hay otros textos, dice Margaret Atwood, "que vienen del material que creía que iba a utilizar en una novela, pero luego me pareció que no era suficiente como para llegar a una novela, porque si los alargara no llegarían a formar una, pero si fueran más cortos serían prácticamente una anécdota, es decir, al final (en Perdidas…) quedaron en relatos de unas 30 páginas, que pueden ser un momento en el tiempo o un texto que ha durado años" en la libreta de apuntes. 2
"¿El presente existe? También nos lo podemos preguntar porque cuando un momento sucede, ya es pasado", dice Atwood.
Valeria Barahona
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