LA PELOTA NO SE MANCHA De ángeles y demonios
POR WINSTON POR WINSTON
Mientras la selección no logra levantar cabeza, las noticias acerca de Jorge "Mago" Valdivia" nos recuerdan que las penas del fútbol no son nada más que sentimientos caprichosos frente a los verdaderos dramas de la vida real.
Las acusaciones contra Valdivia podrían tenerlo muchos años en la cárcel y su caso se asemeja a varios otros que hemos conocido en este último tiempo. Robinho, el brasileño, considerado alguna vez como el nuevo Pelé, ingresó a inicios de este año a la prisión en Brasil para cumplir una condena de 9 años por violar a una joven en Italia el 2013. Su compatriota Dani Alves fue encarcelado un mes antes por agredir sexualmente a una mujer en Barcelona. La historia pareciera sonar como la de un disco tristemente rayado, cuando nos enteramos de que 9 jugadores del equipo juvenil de Cobreloa también fueron detenidos y acusados de una violación masiva a una chica, en el más cobarde de los ataques.
El panorama no es más alentador cuando las redes sociales festinan con Adriano, el astro brasileño que triunfó en el Inter de Milán y que ahora pasa los días bebiendo en una favela, desperdiciando su vida y borrando el tiempo a punta de Brahmas. ¿Qué clase de demonios se han apoderado de estos deportistas que debían dedicarse sólo a jugar?
Difícil saberlo, pero en el otro extremo, mi sobrino me recordaba la historia de Carlos "Lechuga" Roa. El arquero argentino, después de eliminar a los ingleses en el mundial de 1998 en la tanda de penales y obtener un jugoso ofrecimiento para resguardar el arco del Manchester United, decidió retirarse de manera abrupta del profesionalismo. ¿La razón? Dicen que su iglesia, la del Séptimo Día, lo convenció de que el mundo se acababa con el fin del milenio y por eso se marchó al campo con su familia para esperar el apocalipsis. Hasta donde sabemos, nada de eso ocurrió y el argentino volvió al fútbol, aunque sin el mismo nivel que tenía antes.
Junto al Lechuga, hay muchos otros futbolistas que en nombre de la fe se han alejado del mundo de las tentaciones. El famoso Kaká, perteneciente a los atletas de Cristo, decidió llegar virgen al matrimonio y en Italia salía solamente con su esposa para evitar tentaciones. Además, está el caso de Toninho, apodado "El bíblico", que regalaba biblias a sus rivales porque estos no eran enemigos, sino hermanos. Pero en Chile el caso más conocido es quizás el Mati Fernández. Él y muchos otros fueron parte del rebaño de Carlos Soto quien, desde el sindicato de futbolistas, convirtió a muchos jugadores a su iglesia.
En el ámbito local, Ezequiel Luna, mientras jugaba en Wanderers, capitaneaba al equipo, pero era también un líder espiritual que promovía dar la otra mejilla antes que la venganza del ojo por ojo; siempre y cuando estuvieran fuera de la cancha, pues adentro no tenía asco para repartir chuletas.
Si en el mundo abundan las tonalidades, pareciera que en el fútbol, sobre todo sudamericano, es diferente. Los entornos vulnerables de donde proviene la gran mayoría de los futbolistas los hace ser fácilmente tentados, venden su alma al diablo, por un mundo lleno de atracciones, alcohol, droga y fama, pero donde siempre todo acaba de la peor manera. En el otro extremo, están los que prefieren refugiarse como mansos corderitos a la sombra de un pastor convencidos de que se pueda jugar a ser un espíritu luminoso de amor y paz. Visto desde afuera, se acerca más alfanatismo que a círculo virtuoso.
Son los dos extremos, los ángeles y demonios que conviven en nuestro fútbol.