"En el momento que hice contacto visual con una leona, quise vivir en modo safari"
Práctica profesional con la comunidad indígena Wayuu en Colombia, guía turística en Torres del Paine, largo mochileo por Centroamérica y posterior arribo a África, forman parte del recorrido vital de Clara Murillo Vuillemin, fotógrafa y egresada de Administración en Ecoturismo de la Universidad Andrés Bello, quien se declara nómada desde hace seis años.
África, registro de vida, se titula la exposición que está presentando -hasta el 30 de este mes- en la Biblioteca de la UNAB, Sede Viña del Mar. Se trata de un trabajo visual centrado en los vastos paisajes y la impactante vida animal de ese continente, que puede conocerse en calle Quillota 980, de lunes a viernes de 8:00 a 21:00 horas y sábado de 08:30 a 13:30 horas.
Desde que tenía cinco años, le insistía a su mamá que quería ir a vivir y cuidar leones a África, sin sospechar que trabajaría en ecoturismo y turismo de safaris en Kenia, Uganda y Tanzania. Ni que en los trekking a ver gorilas en Uganda viviría la increíble experiencia de verlos de cerca.
Verdadera fascinación
- ¿Cuándo se convirtió África en el destino de tu vocación?
- Mi curiosidad por África comenzó cuando era muy chica. Siempre he tenido una conexión especial con la naturaleza y los animales, sobre todo los felinos. Ha sido algo constante en mi vida, pero África en particular me llamaba de una forma inexplicable. Empecé a ver documentales sobre el continente, sus países, sus parques. Me fascinaban los paisajes de la sabana, las manadas de elefantes, los leones, los guepardos. Me emocionaba ver, incluso a través de las pantallas, esos atardeceres tan característicos de África. No sólo me conectaba con la naturaleza, sino también con su gente, su música, la vibra…
- ¿Cuándo recorriste Centroamérica como mochilera? ¿Qué fue lo que más te fascinó?
- Fue en 2014, yo tenía 23 años y lo hicimos con una compañera de universidad que es casi una hermana. Fue un viaje increíble que marcó un antes y un después en mi vida. No sólo me conectó más con la naturaleza y las culturas de la región, sino que también me acercó a mis raíces, ya que mi abuelo paterno era nicaragüense. Partimos en México y fuimos bajando poco a poco, explorando con calma, sin apuros. México, especialmente su costa pacífica y el interior del país, me fascinó. Allí se intensificó mi pasión por la fotografía. Fue una revelación.
ENCUENTRO CON NARCOS
- ¿Te tocó vivir alguna situación de peligro como mochilera? Las áreas selváticas son especialmente complejas…
- En cuanto a la selva, la verdad es que las situaciones más complicadas han sido con los mosquitos, jajaja! Pero sí, he tenido algunas experiencias tensas en otros contextos. Una vez estábamos trabajando en un bar en un pueblo costero de México y llegó un grupo de narcos a intimidar al lugar. Fue una situación bastante incómoda y peligrosa, pero afortunadamente todo terminó bien.
- ¿Cuáles dirías que son los tres mandamientos de un mochilero para terminar su aventura invicto e ileso?
- Con los años, he aprendido que la clave está en la precaución. Uno de los primeros mandamientos es tener un buen seguro de viaje. Lo segundo es informarse bien sobre los lugares que vas a visitar. Aunque la espontaneidad es parte del viaje, nunca está de más investigar sobre la seguridad, el transporte y las costumbres del lugar. Esto último es lo más importante, ser respetuoso con las costumbres y tradiciones locales para no generar o verse inmerso en conflictos. Y el tercer mandamiento, que puede parecer contradictorio, es confiar: tener una actitud abierta y cercana con la gente, no vivir con miedo o paranoia. Estar todo el tiempo alarmado atrae más problemas de los que podrías imaginar.
LA PATAGONIA
- De los ríos, selvas y patrimonio natural de América Latina, ¿cuál es tu preferido?
- Elegir una sola es complicado, pero me quedaría con la Patagonia chilena. Trabajé como guía en el Parque Nacional Torres del Paine, y aunque pasé un tiempo allí, no fue suficiente para explorar toda la riqueza natural de la región. Esas montañas con formas únicas, los ríos de agua cristalinas y turquesa también, los paisajes salvajes y su fauna hacen de la Patagonia un lugar único. Desde el punto de vista fotográfico, es un paraíso. Un lugar que, literalmente, te deja sin palabras. Después de eso sigue México.
- ¿Antes de incursionar como mochilera la fotografía era otra de tus pasiones?
- Mi primer acercamiento serio a la fotografía fue durante mi práctica profesional en una comunidad indígena en Colombia, los Wayuu. Recuerdo que me llevé una cámara de bolsillo y, al estar rodeada de esa gente, esos rostros, esas miradas, y esos paisajes, me sentí profundamente inspirada. Comencé a registrar todo lo que veía y las fotos salieron muy lindas. Desde ahí supe que tenía que mejorar mi equipo. Luego, cuando viajé por Centroamérica, la fotografía se convirtió en una de mis mayores pasiones. Una forma de conectarme con la naturaleza, de acercarme a un animal, una persona o un paisaje. A través del lente puedo captar ese momento irrepetible, y creo que, en el fondo, mi objetivo no es sólo documentar, sino capturar la esencia de ese instante de forma que se acerque al arte.
POR FIN EN ÁFRICA
- ¿Cuándo fue tu primer viaje a África y cuál es recuerdo que más atesoras?
- Fue en 2016, viajé con una pareja y recorrimos Sudáfrica y Madagascar durante dos meses. Fue un viaje que soñé durante toda mi vida, pero que surgió de forma muy espontánea y me marcó profundamente. Viví experiencias que confirmaron mi amor por el continente y mi deseo de pasar más tiempo allí, trabajar allí, vivir cerca de esa naturaleza. Lo que más recuerdo es mi primer safari en el Parque Kruger, donde tuve un encuentro con una leona. Ese contacto visual tan inesperado y profundo, me caló hondo. Desde ese momento, supe que quería vivir en modo safari. África tiene algo tan poderoso, tan ancestral, que siento que todos venimos de allí. Algo muy fuerte sucede en esas tierras.
- ¿Cómo dirías que es tu relación con los legendarios animales africanos? ¿A qué distancia se puede estar de ellos?
- Siento que tengo una relación bastante cercana con los animales africanos, tal vez me doy cuenta de eso al tener contacto visual con ellos. Cuando estás haciendo safari, puedes llegar a estar muy cerca. Los animales de los parques están acostumbrados a ver autos, nacieron con autos, entonces te ven como un animal más, aunque debo confesar que no me gusta sentir que uno invade su espacio cuando los vehículos se acercan mucho, esto cuando haces safari. También trabajo en Uganda en los trekking a ver gorilas. Allí no hay autos, estás frente a ellos a menos de un metro de distancia en muchos de los casos, y esa sensación de estar frente a un animal tan grande y a la vez tan cercano a nosotros los humanos es increíble.
- ¿Has corrido peligro con algunos ejemplares?
- En cuanto a situaciones de peligro, una vez nos pasó que un elefante se sintió intimidado y salió persiguiendo el auto, por suerte todo salió bien.
-Tú has dicho que eres nómada. ¿No tienes planeado establecerte para siempre en alguna parte? ¿Cuál es tu proyecto más querido?
- Sí, llevo seis años siendo nómada. En todo este tiempo, he viajado mucho, pero también he vuelto a Chile en varias ocasiones. Este año, sin embargo, planeo establecerme en un lugar para tener algo más de estabilidad. Es cansador estar siempre cargando cosas de un lado a otro. Pero eso no significa que deje de viajar. Tengo un proyecto audiovisual que es mi sueño, y para llevarlo a cabo, tendría que seguir viajando por diferentes países. Estoy en la etapa de búsqueda de financiamiento, así que, aunque nunca se sabe, ese es el proyecto que más me apasiona ahora. 2
En los trekking a ver gorilas no hay autos, estas tú frente a ellos a menos de un metro de distancia en muchos de los casos, y esa sensación de estar frente a un animal tan grande y a la vez tan cercano es increíble".
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl
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