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Control de gastos reservados
Considerando los últimos hechos derivados del caso Monsalve, referidos al uso de los gastos reservados, cabe la pena reflexionar sobre la lógica detrás de la gestión de estos recursos, los que en ningún caso están al servicio de la discrecionalidad arbitraria de las autoridades.
Su administración -como la de cualquier recurso utilizado por el Estado- busca financiar el cumplimiento de la función pública orientada al bien común y deben ser usados bajo los principios de legalidad, eficiencia, transparencia y rendición de cuentas. Lo anterior con los debidos resguardos que establece la ley sobre la reserva en la ejecución del gasto y su rendición ante la Contraloría General de la República.
Sin embargo, son demasiados los ejemplos donde altas autoridades, incluidos comandantes en jefe, han entendido que dichos recursos son asimilables a gastos discrecionales y/o personales, donde ante la ausencia de controles permite que se transformen en cajas para pagar bonos, gustos personales y hasta galanterías (por llamarlas de alguna forma), denigrando la función pública.
Algunos se han apresurado a apuntar a la Contraloría por la falta de control, lo que hace perder el foco en los responsables primarios en estas cuestiones: las autoridades a cargo de estos gastos, los mecanismos de control interno y el sistema político en general. Este hace mucho tiempo se muestra tolerante a la corrupción, al clientelismo, la captura del aparato estatal y de los fondos públicos como botines de guerra.
Eric Latorre Director de la facultad de Gobierno y Administración Pública de la Universidad Autónoma de Chile
Reforma al sistema político
El principio de acuerdo en la Cámara Alta por la reforma al sistema político es una buena noticia. Tras el fin del binominal hemos visto que, a diferencia de lo que se pensaba, la proliferación de partidos con menor representatividad en el Congreso Nacional ha afectado notoriamente su funcionamiento. Hay al menos tres razones que pueden explicar esta situación.
Primero, la necesidad de negociar y ceder frente a numerosos grupos de interés retrasa los avances legislativos y desvirtúa la idea matriz de los proyectos.
Segundo, se genera incertidumbre respecto a la dirección o rumbo de cada gobierno o agenda legislativa, esto por la indeterminación e imprevisibilidad de las posturas políticas que se ubican tanto en el centro como en los polos políticos.
Tercero, los partidos con menor representación, gracias a un par de votos clave, pueden determinar el futuro de la agenda legislativa. Esto entrega un poder negociador enorme, que se traduce en una sobrerrepresentación que deteriora el sistema democrático.
Por lo tanto, aprobar la reforma al sistema político permitirá un sistema legislativo más predecible, con menores trabas y que facilitará en un avance legislativo al ritmo de las necesidades de la nación. Urge el apoyo de la Cámara Baja con esta postura.
Cristóbal Quiroz N.
Chile en el G20
La reciente participación de Chile en la cumbre del G20 dejó en evidencia una alarmante falta de visión estratégica. Esta instancia, clave para posicionar a nuestro país como un actor relevante en el escenario global, fue desaprovechada al priorizar discursos simbólicos por sobre iniciativas concretas que fomenten la libertad económica y el desarrollo.
La ausencia de líderes económicos y estratégicos en la delegación chilena subraya una preocupante desconexión con áreas esenciales, como el comercio, la innovación y la atracción de inversiones. En lugar de liderar con propuestas audaces que impulsen la apertura de mercados y fortalezcan la colaboración público-privada, Chile optó por un enfoque meramente declarativo que poco aporta a nuestras oportunidades de crecimiento.
El G20 es una plataforma invaluable para promover reformas estructurales, establecer acuerdos comerciales y proyectar una visión de país comprometido con el progreso y la competitividad. No podemos seguir relegando nuestra participación a meros ejercicios diplomáticos, dejando pasar oportunidades para fortalecer nuestra economía y beneficiar directamente a los ciudadanos.
Chile merece una representación que entienda la importancia de estos foros, que abrace la libertad económica como motor de desarrollo y que actúe con la ambición necesaria para marcar una diferencia.
Gabriela Velásquez Figueroa, Rubén Álvarez y Valentina Véliz Fundación para el Progreso
Denuncia
"Uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras", reza el acertado adagio popular. Lo recordé con motivo de la peregrina acusación de acoso sexual y difusión indebida de imágenes íntimas que se le ha formulado al Presidente Boric, quien, creo, se arrepentirá de aquello que él y el progresismo que profesa han repetido con tanta fuerza en relación con esta materia: "A ella siempre hay que creerle", "yo te creo amiga", o aquella que se vocea a ritmo de canción, "el violador eres tú".
Ahora le ha tocado al propio Presidente ser víctima de una confusa denuncia de connotación sexual que él no sólo niega, sino que también contradice acusando a la acusadora.
La pregunta es: ¿a quién creemos? ¿Al sentido común que indica que toda acusación debe ser probada por quien denuncia o al progresismo feminista que nos grita que siempre debe ser a la denunciante? Esta vez el Presidente, renunciando a sus dogmas, se ha inclinado por la primera alternativa. Estoy con él.
Francisco Bartolucci Johnston
Cambio
Sin lugar a ninguna duda, se puede inferir que hubo un cambio en el tenor del discurso de los colectivos feministas. Si antes expresaban "amiga, yo te creo a rajatabla" ahora dicen "amiga, me lo demuestras y yo te creo".
Se han escuchado muchas razones por la sorpresiva voltereta. En resumen, hoy lo que queda de la original frase sería: "Amiga, dime con quién andas y te diré si te creo".
Luis Enrique Soler Milla