Negligencias ante incendios forestales
La llegada de aeronaves contra incendios es valiosa, pero no suficiente, para enfrentar temporadas cada vez más devastadoras.
Con todo el asombro que puede dar la imponente imagen del supertanquer recientemente llegado al país para combatir incendios forestales, especialmente en zonas de riesgo de la Región, hay un amplio consenso entre los especialistas de que este tipo de medidas, por sí sola, no son suficientes para enfrentar las temporadas de siniestros desatados y altamente destructivos que cada vez son más frecuentes en nuestra zona. Ni el Boeing 737 "Fireliner", capaz de descargar 15 mil litros de agua o retardante sobre las llamas, ni la instalación en Valparaíso de la Dirección Nacional de la Corporación Forestal, que lidera Aída Baldini, ni la puesta en marcha de nuevas brigadas nocturnas. Aquí se requiere un nuevo sistema nacional que esté integrado por herramientas legales que fortalezcan la prevención, la fiscalización y la coordinación entre los actores, pero además que sume normativas de uso permanente dentro de las instituciones que intervienen en estas emergencias. El proyecto de ley que regula la prevención de incendios forestales y rurales que se encuentra en la Comisión de Agricultura del Senado para su segundo trámite constitucional era una buena oportunidad para implementar medidas nuevas y adecuadas, pero el ritmo parlamentario y la definición de las urgencias legislativas por parte del Gobierno no siempre van a la velocidad que impone la contingencia. Con la misma desazón que las familias damnificadas en el megaincendio miran el lento proceso de reconstrucción, muchos residentes de casas y predios cercanos a incendios ocurridos en la actual temporada notan la lentitud del Estado en las medidas de prevención o mitigación, justo los dos ámbitos que aborda el mencionado proyecto de ley. En todo el Gran Valparaíso es posible apreciar extensas zonas donde no se ha desmalezado adecuadamente y el pasto seco abunda muy cerca de viviendas, o persisten microbasurales de distintas dimensiones que se vuelven puntos peligrosísimos en cualquier emergencia forestal. Cuando ocurre por primera vez, es posible acusar irresponsabilidad; una segunda, indica grados de negligencia que los habitantes de la Región no se merecen.