LA TRIBUNA DEL LECTOR Viña del Mar, 150 años (2ª parte)
POR JORGE SALOMÓ FLORES, HISTORIADOR
En la crónica precedente señalamos que la ciudad es reconocida el 29 de diciembre de 1874, cuando el intendente dicta el decreto fundacional de Viña del Mar. Se hizo necesario organizar el villorrio, para lo cual se instala su municipio, el 31 de mayo de 1878, que encabeza como primer alcalde Antonio Subercaseaux Vicuña.
En estos años de gestación urbana aparece el dilema existencial respecto al destino de la ciudad: ¿industria o turismo? El 26 de febrero de 1873, el ciudadano alemán Julio Bernstein abre la Compañía Refinería de Azúcar de Viña del Mar -la CRAV-, al costado norte de la línea férrea, en un vasto paño entre las calles Bohn y Simón Bolívar. La industria destaca como ciudadela con servicios para sus trabajadores: viviendas, escuela, teatro y espacios deportivos y recreacionales. Una fuente de empleo fundamental durante más de un siglo, que proveyó electricidad como parte de su aporte al desarrollo urbano y poblacional viñamarino.
En la calle Álvarez, al oriente de la sede municipal y de la estación de trenes, se construye el Gran Hotel, iniciativa impulsada por José Francisco Vergara. Cuenta con iluminación, telégrafo, salones, comedores, salas de juego, eventos; acoge la primera banda filarmónica, y ofrece jardines boscosos, nativos y perfumados con las flores que forjan el sello de la ciudad jardín, rasgo que destaca Benjamín Vicuña Mackenna en sus "Crónicas viñamarinas": "Se ha creído, en efecto, por algunos, que Viña del Mar ha debido su origen de pueblo de solaz a su estación, es decir, al monótono cuadrado de adobes, en todo semejante a los cementerios, en que a lo largo de los ferrocarriles de Chile se apean los viajeros y se amontonan los fardos. ¡Error profundo! Porque a lo que debe su actual existencia es a sus flores, es decir, al jardín-edén primitivo de su estación erigida en un potrero… fue así como comenzó la codicia de los sitios, la envidia a los edificios, y sobre todo la pasión olorosa de los jardines".
Entre 1878 y 1890 ocurren cambios fundamentales, como la apertura del Hospicio de la parroquia consagrada a Nuestra Señora de los Dolores, tributo a Dolores Pérez, y del Cementerio Parroquial en Caleta Abarca. En las arenas cercanas, William John Murphy, Richard Lever y Norman Ferguson compran los terrenos para instalar la maestranza industrial más importante de la región. Los hermanos Juan y Alfredo Jackson impulsan la creación del Valparaíso Sporting Club en el potrero de Las Rozas y propician unos años después la disputa del primer Derby viñamarino. Entonces, se construye el puente peatonal en calle Ocoa, para favorecer la conexión del Sporting con la vía férrea.
El inmigrante prusiano Theodoro von Schroeder trae la idea de abrir un centro de talasoterapia, que se inaugura con baños de aguas calientes del océano Pacífico en la playa Miramar. Rápidamente se expanden los servicios del litoral, con camarines, carpas y un primitivo hotel que sufrió los avatares del terremoto del 16 de agosto de 1906, quedando reducido a restaurante costero, que después es reemplazado por el paseo del mar - avenida La Marina- y las construcciones palaciegas en el cerro Castillo y la ladera norte hacia la playa Miramar.
En 1888 comienza el loteo de Recreo, impulsado por Theodoro Lowey. José Francisco Vergara muere dos años después. El modelo del loteo lo recoge su hijo, Salvador Vergara Álvarez, que favorece la parcelación y venta de terrenos al norte del estero Marga Marga, en lo que se conoce popularmente como "Población Vergara". Como parte del dilema existencial, se construyen dos muelles industriales para el impulso fabril: Caleta Abarca y Muelle Vergara. También, se levantan los fuertes Papudo, Callao y Reñaca. La Guerra Civil de 1891 cruza desde Concón a Placilla por los terrenos baldíos de Viña del Mar.