RELOJ DE ARENA Viajando con don Benjamín
Político, urbanista, abogado, promotor inmobiliario y escritor. En fin, Benjamín Vicuña Mackenna fue un personaje multifacético del siglo antepasado que murió a los 55 años, pero que desarrolló una verdaderamente atlética labor creativa.
En su agitada existencia como revolucionario conoció la persecución política y hasta fue condenado a muerte. Como urbanista su obra más conocida es la transformación del cerro Santa Lucía, de Santiago, en un hermoso parque urbano. Pero también proyectó una población en Concón, en la ribera del río Aconcagua, la Población Victoria, destinada a balneario para la clase media que necesitaba de reposo veraniego. Los terrenos eran de su propiedad y se vendían a 60 centavos el metro cuadrado. El proyecto es presentado en el libro "Al Galope", editado un año antes de su muerte, con interesante información del sector.
Su tarea literaria está contenida en 33 obras de diverso género, todas llenas de amplia información y hasta entretenidas.
Resulta difícil de explicar el volumen de su trabajo. Nada de computación y ni siquiera máquina de escribir en tiempos en que ya se habían desarrollado con éxito las máquinas de coser. Todo escrito a mano, tinta y pluma de acero que reemplazó a las de ave con que escribía Cervantes.
Historia ferroviaria
Muchos de los trabajos de Vicuña Mackenna refieren a Valparaíso, entre ellos una historia de la ciudad. Pero uno de los más notables es "De Valparaíso a Santiago", editado en Santiago en 1877, que incluía láminas impresas en base a grabados en madera confeccionados en Francia. Se presentan imágenes de un mapa del recorrido de la vía y de estaciones del trayecto.
Las obras de la vía ferroviaria entre Valparaíso y Santiago se iniciaron en 1852 y culminaron tras varios tropiezos en 1863. Son 187 kilómetros que incluyen túneles, puentes y trabajosos cortes en los cerros de la Cordillera de la Costa.
El autor, a través de las 742 páginas de su obra, va haciendo una detallada descripción de cada localidad marcada por el gran avance que era la vía ferroviaria.
Así hay una completa descripción de la primera parada del ferrocarril en Viña del Mar, 1855, entonces una aldea. Informa de su industria precursora, una cervecería, iniciativa del señor Bohn, jefe de estación.
Nos presenta luego en su recorrido Quilpué, 456 habitantes, y una tradición de indígenas dedicados a la medicina. En los tiempos de don Benjamín destacaba el poblado por los bizcochuelos. Su fama cubría todas las estaciones siguientes hasta Llay Llay. En 1862, cuando el Presidente José Joaquín Pérez hizo un viaje inaugural en tren hasta Valparaíso, las damas quilpueínas construyeron en su homenaje un arco de bizcochuelo bajo el cual pasaría el mandatario.
El traqueteante relato de Vicuña Mackenna pasa por Peñablanca y Limache. Nos habla de la Cuesta de La Dormida, de Caleu, donde don Ricardo tiene su refugio, y de los montoneros de Colliguay, restos de la guerrilla española que allí se refugió tras la derrota definitiva de Maipo.
Continuando por la vía nos recuerda el primer gran accidente ferroviario, 6 de julio de 1875. Es de noche y un pesado convoy de pasajeros y carga cae a las aguas del estero de Limache. Se ha desplomado el puente, caen los carros iluminados con lámparas de parafina y arden, pues el convoy de 14 carros transportaba cargas inflamables. Las víctimas son numerosas.
En el mismo sector, 1989, se reproduce la tragedia: Queronque, con decenas de muertos.
Nos lleva luego el autor a Limache y sus leyendas, entre ellas la del Santo Cristo, imagen que encontró un indígena en 1634 en el corazón de un espino mientras cortaba leña. Seis obispos llegaron al lugar para conocer la milagrosa imagen. Alonso Ovalle, en su "Histórica relación del Reyno de Chile", incluye una reproducción de aquel Santo Cristo.
Avanza, humeante, el tren de don Benjamín y llegamos a Quillota. El viaje desde Valparaíso, 55 kilómetros, demora una hora 20 minutos. La información local que entrega es numerosa y nos cuenta desde una candidata a santa, la milagrosa Beatita Benavides, hasta el origen de la deliciosa chirimoya. A fines del siglo XVIII, el capitán de un barco trajo desde Perú una "patilla" de chirimoyo que fue plantada en casa del Marqués de la Pica, Santiago Irarrázaval, quien cosechó los primeros frutos. Un éxito. El marqués, generoso, regaló mugrones a varios amigos, multiplicando así la especie gracias al especial clima del lugar.
Pero no nos detenemos y el tren pasa por La Cruz y Ocoa para llegar a La Calera. 66 kilómetros de Valparaíso y una hora y media de viaje en tren expreso de esos tiempos. Tiene el poblado 1.001 habitantes.
Punto estratégico
"Es un punto estratégico y comercial de grande importancia, que impondrá en un día no lejano la obligación de constituirla en una de la línea férrea", escribe Vicuña Mackenna por la proyección al norte que tiene la localidad con "copioso tráfico".
Hay allí cultivos, gran producción de cereales, actividad minera y fabricación de pólvora destinada a esa industria. Nace en el sector el canal Waddington, que además de regar Quillota y Limache, en algún momento estuvo destinado a dar agua potable a Valparaíso. Largos debates por el proyecto que resolvía un grave problema sanitario del siglo antepasado. Al fin del día, escribe Vicuña Mackenna, "los chilenos somos todos, más o menos, perros del hortelano"…
Hemos acompañado a don Benjamín en su ilustrativo viaje ferroviario del siglo antepasado y vamos a terminarlo en La Calera. El autor, escrupuloso del detalle y de la información, no menciona en su completa reseña de esa localidad a los indios diaguitas, esos que aduciendo su condición de "comunidad" pretenden paralizar la recuperación del servicio ferroviario hasta esa comuna.
Ese servicio de pasajeros y carga data de 1863 y ha sido el eje de la creación o desarrollo de varias localidades. Desde ese año han viajado por la vía ferroviaria millones de personas y se han transportado millones también de toneladas de carga. El sistema, inicialmente con locomotoras a carbón, fue modernizado en 1923 con la electrificación.
En fin, un robusto y en su momento audaz eje del progreso, de la modernización del país y ejemplo de la voluntad de acometer una obra compleja.
Pues bien, una comunidad diaguita se instaló en 1978 en el área de recuperación ferroviaria que contempla la extensión del servicio Merval a La Calera, inversión de US$ 680 millones. El grupo condena esa prolongación que beneficiaría a más de un millón 100 mil personas, pues, dicen, afectaría a sus rituales. Directivos de EFE, buenas personas, respetuosos de indígenas y sus tradiciones, aceptan las objeciones llegando a considerar una nueva "consulta" a la comunidad sobre el proyecto que debería estar en marcha en 2028. Nueva consulta, nuevo retraso y, por cierto, nuevos gastos.
¿Ignorancia de la historia? ¿Ingenuidad de EFE? Preguntas pertinentes ante objeciones oportunistas que se suman a la larga nómina de proyectos frenados con observaciones de buen gusto dentro del fatal cuadro de la paralizante "permisología" que ahoga el crecimiento y las oportunidades para chilenos de toda condición.