LA PELOTA NO SE MANCHA Wanderers y su inagotable cantera
POR WINSTON POR WINSTON
Para la gran mayoría de hinchas del decano, su equipo vive, como todos las temporadas, el peor momento de su historia. Más allá del fanatismo, aparecen como datos objetivos que el club se mantiene en la primera B, que ni siquiera pudo terminar de jugar su último partido del año y que el actual dueño está divorciado de los socios e hinchas.
A pesar de esto, los diarios locales anunciaron esta semana otro negocio extraordinario para las arcas del decano, la venta a Colo Colo de la otra mitad del pase del jugador Lucas Cepeda por un millón y medio de dólares.
El joven delantero, de esta forma, se suma a la larga lista de jugadores que, formados en las divisiones inferiores de Wanderers, han logrado superar un sinfín de obstáculos para triunfar en el ámbito local y proveer de millonarios recursos al club que los formó.
Desde la partida de don Elías Figueroa a Peñarol de Uruguay en la década del 60, Wanderers siempre ha tenido, una generosa cantera de jugadores, que es la forma como le gusta llamar a los especialistas a las divisiones inferiores. Yo lo uso de puro mono, pero cuando pienso en una, me imagino una mina africana en la que un grupo de hombres trabaja sin descanso, remuneración ni futuro.
Lo que ocurre en Wanderers, en cambio, es diferente. Antes eran las pedregosas canchas de la Alejo Barrios donde los niños buscaban, acompañados por sus padres, mostrar su talento ante veedores avezados. Hoy, en cambio, la tierra y las piedras fueron reemplazadas por las champas de pasto de Mantagua. Sin embargo, la ilusión es la misma, la de brillar en la prueba, ser reconocido, incorporado a las divisiones inferiores, debutar en el primer equipo y saltar a un equipo grande.
Esto último es una daga que se entierra cada cierto tiempo en los hinchas del decano, pero asoma como una realidad indesmentible: la gran mayoría quiere jugar en la U o Colo Colo. Ya lo reconocía Claudio Núñez en una entrevista. Cuando supo que se iba a los Tigres de Monterrey y no a Colo Colo, lloró de frustración, a pesar de que "la lana" de los mexicanos iba a ser mucho mayor.
Lo que más me llama la atención de estas transacciones es que hinchas y socios celebran el millonario acuerdo a pesar de que nunca recibirán un solo peso. Suponen que con ese dinero se reforzará el equipo, bajará el precio de la entrada y se invertirá en las divisiones inferiores, pero la realidad siempre dista de aquello. Tal como nos pasa con el aguinaldo, antes de comprar regalos, hay que pagar las deudas.
Para no seguir amargándole el lunes, quiero cerrar con una reflexión. La partida definitiva de Cepeda a Colo Colo coincide con el fin de la carrera de Carlos Muñoz en Wanderers a sus 35 años. El delantero tuvo un recorrido parecido al de Lucas, partió a los 22 años al cacique por una cifra similar el 2011. Jugó por la selección, en el extranjero, volvió un par de veces al puerto y anotó muchos goles con la camiseta de sus amores. Hoy, después de una vida dedicada a esto, sufre el desprecio de los dirigentes y la ingratitud de los hinchas que tampoco lamentan mucho su partida. Ojalá que Lucas Cepeda tome nota de su historia para que disfrute el momento y sepa que el fútbol, y todo lo que lo rodea, puede ser tan fantástico como ingrato y cruel.