APUNTES DESDE LA CABAÑA
POR ROBERTO AMPUERO ESCRITOR, EX MINISTRO Y EMBAJADOR, ES ACADÉMICO DEL CENTRO PAÍS HUMANISTA DE LA UNIVERSIDAD SAN SEBASTIÁN Y DE LA UNIVERSIDAD FINIS TERRAE ESCRITOR, EX MINISTRO Y EMBAJADOR, ES ACADÉMICO DEL CENTRO PAÍS HUMANISTA DE LA UNIVERSIDAD SAN SEBASTIÁN Y DE LA UNIVERSIDAD FINIS TERRAE
Convengamos que no corresponde que un gobierno democrático se inmiscuya en los asuntos internos de otra democracia y menos que juzgue la visión de mundo del mandatario del país con el cual comparte larga frontera. Lo hizo el presidente Javier Milei al tolerar y luego refrendar mediante tweet las insolentes declaraciones contra el presidente Gabriel Boric emitidas por su ministro de economía. No cabe duda que eso ameritaba una reacción sólida y digna y además una advertencia de nuestra parte: ¡Así no se trata a Chile! Convengamos por ello que la reacción de Boric fue decepcionante y con un mensaje subliminal seguro no deseado: descalificar a Chile sale a "costo cero".
Cuando un gobierno ofende a otro, como acaba de ofender el trasandino al chileno, las cancillerías alertas toman nota del asunto y analizan la reacción del gobierno aludido, pues al final ella trasunta las fortalezas y debilidades del país en cuestión y también las de su líder. Antes de los encuentros bilaterales las cancillerías informan a su presidente cómo es y "cuánto calza" su interlocutor. Lo que dicen y ante qué callan retrata a los líderes. Todos recordamos la frase del Rey Juan Carlos de España a Chávez en una cumbre: "¿Por qué no te callas?". Chávez enmudeció y nunca más fue el mismo. O el corajudo ¡No! de Ricardo Lagos a la invasión a Irak, o la entereza de Patricio Aylwin, en 1990, en el Estadio Nacional, cuando muchos intentaron apabullar a pifias su discurso de reencuentro nacional. Hay momentos en que los líderes deben hablar con claridad y firmeza. Es cuando dejan impronta, marcan terreno y establecen el marco de discusiones futuras.
Bajo la administración de Boric soltar un exabrupto contra Chile y sus instituciones sale a "costo cero". Recordemos las sartas de injurias contra Chile vomitadas por Diosdado Cabello, portavoz de la dictadura chavista-madurista responsable de que ocho millones de venezolanos hayan abandonado su patria huyendo del socialismo Siglo XXI, o el silencio de Boric frente a la dictadura cubana, que oprime a la isla desde 1959 (sic), o la lapidaria respuesta de la Casa Real de España ante la injusta crítica de Boric al Rey de España el día de su ascenso al poder. También hemos visto la actitud del mandatario en zipizapes con Lula, Petro o AMLO, o el silencio que guardó ante la advertencia de la ministra de exteriores del Perú de que no se inmiscuyera en los asuntos del Perú, que enfrentaba una grave crisis. La respuesta peruana fue tan contundente que Chile escuchó hace poco aliviado que Perú dio por olvidado aquello.
Hay explicaciones para esta política exterior anémica. Lo cierto es que Boric entró con el pie izquierdo desde su primer día. Vimos su faux pas frente al Rey de España, la falta de tino al criticar en una cumbre la ausencia de Estados Unidos sin darse cuenta que John Kerry estaba a dos sillas de él; las dudas frente a los avances logrados bajo anteriores gobiernos chilenos con la Unión Europea, las reticencias frente al TPP 11 y las side letters exigidas a los socios del tratado, o el injurioso trato al embajador de Israel y a su país en La Moneda, a la que fue invitado a presentar sus cartas credenciales, y para qué recordar el trato a las naves británicas que vienen de Islas Falkland/Malvinas. A los aliados en tiempos difíciles un presidente chileno debe cuidarlos y honrarlos.
Lo clave es que los desencuentros entre ambos presidentes ponen de manifiesto que las cancillerías no lograron instalar entre ellos un nexo como representantes de sus respectivos países permitiendo que encallasen en el ámbito de sus profundas diferencias ideológicas. Así como Chile con Boric parece rodar cuesta abajo, algo que deseamos se revierta, Argentina con Milei pareciera emerger de su eterna crisis profunda. Pero si se analiza a ambos mandatarios, se advierte que en el fondo muestran varias similitudes, y que las diferencias obedecen a que se encontraron en fases distintas: el argentino con su modelo "mileísta" que pareciera funcionar, y el chileno con su modelo "boricista" que se disipó tras el rechazo ciudadano al proyecto constitucional, cuya aprobación Boric definió como la premisa para impulsar sus "reformas profundas" (eufemismo para el desprestigiado concepto de "revolución").
Sí, hay similitudes en su forma de pensar: ambos llegaron al poder convencidos de que portaban consigo la panacea para todos los males del país, la región y el mundo; ambos desplegaron campañas emotivas y populistas en tiempos de crisis graves; ambos vienen de un ámbito teórico más que ejecutivo; ambos (reitero que se hallan en fases diferentes) fueron implacables con el presidente que los precedió, ambos ofrecieron soluciones rápidas y simples; ambos fueron brutales a ratos: uno portaba la motosierra como símbolo, el otro se ufanaba portando el rostro baleado del senador Jaime Guzmán en su polera, ambos sufren del síndrome de Adán (la historia comienza conmigo), y ambos pronto empezaron a colisionar desde el poder con la realidad nacional y gozan y mucho sufren en la arena internacional, Milei apuesta a Estados Unidos, Boric a una América Latina unida que sueña ver hablando con "una sola voz". Una diferencia tal vez transitoria es que Milei, tras un año de mandato, aun tiene un proyecto de futuro mientras Boric perdió el suyo y su objetivo pareciera ser sobrevivir como "pato cojo" digno y planear un eventual regreso en 2030.
Si en algún momento el Chile de Pinochet emergió como alternativa frente a la dictadura cubana; hoy el intento de Milei por liberalizar a Argentina aparece como la alternativa ante el Boric que anheló convertir a Chile en "la tumba del neoliberalismo". Quizás otra diferencia hoy, a lo mejor también temporal, es que mientras Milei confía en devolver a sus compatriotas la fe en sí mismos, Boric sabe que ya no logró devolvérsela a los suyos. Boric ya no fue quien prometió ser, Milei acaba de cumplir su primer año. Tal vez a eso se debe la arrogancia en la política exterior de uno y el apocamiento en ella del otro. Auguro que en 2025 ambos se fundirán en un abrazo sabio. El ejercicio del poder en tiempos recios arroma las mejores garras y achaflana los colmillos más filudos, pero sobre todo enseña y si uno aprende bien, aprende a dudar con respecto a sus propios dogmas, a ser menos altanero y a coincidir con Goethe, que decía "gris es toda teoría".