LA PELOTA NO SE MANCHA Conducir para sobrevivir
Desde hace algunos años, gracias a Netflix, la competencia de la Fórmula 1 ha tenido un nuevo y notable impulso que ha ampliado el interés del público general por esta competencia. Aunque me encantaría decir que sigo estas carreras desde mucho antes, debo confesar que soy de aquellos que se volvieron a encantar con ella a partir de la serie Formula 1: Drive to Survive durante la pandemia y, por culpa de ella, me cuesta mantenerme al margen.
De ahí entonces que prendí rápido al enterarme de la miniserie sobre el piloto brasileño Ayrton Senna, no sólo por los logros de este piloto dentro de la pista, sino por todo lo que envolvió al brasileño, desde su romance con la cantante brasileña Xuxa hasta su trágica muerte en la pista de Imola en 1994.
Más allá de las polémicas y discusiones respecto a quién ha sido el mejor piloto de la historia, algo que cuesta identificar tomando en consideración la relevancia del auto que cada uno maneja, hay un hecho objetivo y es que solo 20 pilotos, de todos los que existen en el mundo, son los llamados a manejar alguno de los 20 bólidos que ofrecen las 10 marcas que participan de este circuito.
En esta línea, no deja de llamar la atención el mérito indudable que tuvo, a inicios de los ochenta, Eliseo Salazar al ser el primer y último chileno en ser parte de esta competencia.
Su historia merece ser recordada justo en momentos que un argentino, Franco Colapinto, lucha por ser parte de esta competencia. Después de un comienzo auspicioso en Las Vizcachas, Salazar obtuvo buenos resultados en competencias de mini, la fórmula 4 en Argentina y la fórmula 3 de Gran Bretaña, la misma categoría en la que comenzó Senna en Europa. Después vino la Fórmula Aurora donde obtuvo importantes victorias que le permitieron dar el salto a la cotizada Fórmula 1.
En la máxima categoría, el chileno estuvo en dos equipos entre 1981 y 1982. Sin embargo, fue en este último año cuando pasó a la historia y no por sus victorias. El hecho ocurrió en San Marino. En esa pista, el brasileño Nelson Piquet corría por el primer lugar y se encontró con Salazar estorbando en la pista. El chileno, en vez de ceder el paso a su ídolo que le sacaba una vuelta, entorpeció su camino provocando un choque que le costó la carrera a Piquet. Se trató de un accidente tan rasca que permitió que ambos se bajaran de los autos sin un mayor rasguño. Por el contrario, Piquet salió disparado a golpear a su groupie. Salazar recibió los manotazos tan desilusionado como desconcertado.
Después de este incidente que muchos chilenos observaron con estupor, no pasó mucho tiempo para que Salazar abandonara la Fórmula 1 por resultados mediocres a los que se sumó la falta de apoyo, en especial, en un país que se hundía por la crisis del dólar.
Es cierto que los logros de Senna son infinitamente superiores a los del chileno, que Xuxa es bastante más famosa que nuestra también estupenda Raquel Argandoña y la historia de Salazar no dé para una serie, pero sí merece un reconocimiento mayor del que ha tenido. Vuelvo al punto de inicio: de todos los que practican automovilismo en el mundo, solo 20 son los seleccionados para ser parte de una de las élites más exclusivas del planeta. Salazar, aunque estuvo solo dos años, fue parte de ese selecto grupo y lo hizo surgiendo de un país al sur del mundo que por ese entonces no tenía más de diez millones de habitantes.