EL RINCONCITO DE LA CONSENTIDA Uno a uno del polémico Concejo de Viña
Macarena Carolina Ripamonti, alcaldesa: Cómo se nota que ha ganado experiencia para este segundo mandato. Supo manejar los tiempos, acotó la discusión a su propio campo, que es donde más le convenía, no hizo ninguna de más y le negó el receso de cinco minutos que le pidió Pecchenino para que la oposición no se pusiera de acuerdo a última hora. Presionada por un segundo gazapo pirotécnico por parte de su equipo en sólo dos años, consiguió sacar adelante una tarea complejísima y terminó cerrando la sesión, ya no en nombre de la Matria, sino de Dios y la hermosa ciudad de Viña. Obviamente, votó a favor.
Erick Layana, administrador municipal: Premunido de una muy ondera Redbull sabor sandía, partió algo tenso, pero se fue soltando con el correr de los minutos. Hizo un detallado recuento del fracasado proceso de licitación con Piroespectáculos y la posterior gestión con El Vaquero. Autoflagelante, recomendó a Ripamonti iniciar un sumario por posibles yerros administrativos ("aunque si me preguntan a mí, fue algo más bien externo"), pateó el sumario de 2022 para la Contraloría Regional, reconoció que aquella vez no estaban las boletas de garantía, jugó con elegancia ante Solar por la comparación con Valpo, pero se dio un lujo innecesario al defender a su jefa sobre sus dichos del fin a los fuegos.
María José Corvalán, abogada de la Secpla: Arrancó con problemas con el PPT, luego dio detalles de los sistemas de evaluación y de compras públicas, se metió en la oferta técnica y terminó marcándose un autogol al revelar que El Vaquero sacó 0% en las exigencias de los programas de integridad y compliance para sus trabajadores.
Ricardo Muñoz, director de Operaciones y Servicios: Fue a quien notificó Carabineros del papelón. Fue al sacrificio y puso la cara por el punto de lanzamiento y los tres minutos menos en el show de El Vaquero. Explicó lo de las bombas, carcasas, tortas de multidisparo y de hileras. Dijo que no le cuadraban los números del proveedor colombiano en Valparaíso. Después de que un subalterno se enredara más que moño de vieja para explicar cuál era la diferencia entre las bombas del Puerto y Viña, puso la pelota al piso.
Felipe Cornejo, director jurídico: Sereno y comedido. Puso sobre la mesa la "necesidad apremiante" de aprobar el trato directo para no provocar más "daño a la imagen ciudad y a sus habitantes", la médula del argumento ripamontista y de su esposa, María José Corvalán, para salir del entuerto.
Carlos Williams, concejal: Aun cuando se conocía su voto de antemano, se esperaba más de él. Pidió anticipar plazos de licitación y preguntó por las acciones legales del proveedor, lo que derivó en una golosina para Layana. En su segunda intervención, recomendó sincronizar los fuegos con Valparaíso, a lo que Muñoz le respondió con un ambiguo "hemos pedido que lo intenten y dijeron que lo iban a intentar". Finalmente, votó a favor.
José Tomás Bartolucci, concejal: Pese a partir con su clásica cara de oso perezoso adormilado, fue contundente al enjuiciar la citación extraordinaria al Concejo y sorprendió con el dato de que podían llegar a tener dos contratos andando, cosa que reconoció Cornejo. En su segunda alocución guateó al preguntar si había un tiempo máximo para hacer uso de la palabra, lo que anticipaba un latazo. A continuación leyó un papiro, del cual se pudo rescatar cómo hizo pedazos a los administrativos municipales, acusándolos de falta de seriedad, profesionalismo y rigurosidad, y puso una de las frases de la jornada: "Una vez es negligencia, dos veces es dolo". Votó en contra.
Alejandro Aguilera, concejal: Le tiró toda la responsabilidad a la DGMN, forzó la aprobación ("No queda otro remedio que acceder al trato directo"), pero recomendó nombrar una comisión que escarbe en los procesos administrativos que llevaron a discutir el 23 de diciembre si Viña podía tener fuegos. Le pegó una parada de carros algo fuera de tono a Pecchenino por interrumpirlo. Votó a favor.
Antonella Pecchenino, concejala: Asumió su rol de capitana de la bancada opositora. Puso pierna fuerte cuando había que hacerlo y fue, por lejos, la que más le guapeó a Ripamonti y sus empleados. Tuvo cinco intervenciones y pidió copias de 19 informes que el municipio debió haber respondido a Contraloría hace dos años. Por supuesto, todavía debe estar revisando el mail porque no le llegó nada. Luego detectó un error de kindergarten en la fecha de la propuesta de trato directo (Layana acusó un error de tipeo y vendió a la DAF con papas fritas). La hija de Lukas terminó pidiendo un receso para acomodar su despliegue, pero la alcaldesa la hizo corta y le dijo que no. Votó en contra.
Nancy Díaz, concejala: Buena gesticulación, además de su colorido y notable outfit. La edil FA se enfocó en los decibeles del espectáculo, las neurodiversidades, los animalitos y la tercera edad. Apeló a la economía de la ciudad y propuso no más fuegos. "Son puro humo y no se ve nada desde el cerro". Votó a favor.
Antonia Scarella, concejala: Por zoom debido a su tercer posnatal y sin sonreír ni media vez, la arquitecta empezó como avión denunciando el supuesto ingreso de la boleta de garantía ese mismo día, criticando la improvisación y la mala calidad del show, además de pedir la intervención del Ministerio de Defensa. Sin embargo, quien presumía de ser una de las más duras, terminó con toda la tibieza del mundo diciendo que se abstenía a la hora de votar.
Andrés Solar, concejal: De menos a más. Tras perderse en una absurda y equivocada discusión por las plataformas de lanzamiento abandonadas en Lajarilla ("Ya están flotando en el molo. Esas ya no se usan", se lo paseó Muñoz), subió algo el nivel metiéndole matemáticas al asunto e intentando explicar que los fuegos de Viña eran porcentualmente más caros que los de Valparaíso y la oferta, "paupérrima", aunque sin darse cuenta terminó afirmando que la gestión de Jorge Sharp con los fuegos artificiales había sido estupenda. Finalmente googleó a tiempo para encontrar la cita de la alcaldesa en Emol en 2021 diciendo que no habría más fuegos y así dejó calladito a Layana ("me carga que me dejen de mentiroso", le espetó). No se puso ni nervioso para votar en contra. Puede ser una de las revelaciones si consigue mayor fiato con su asesor Genaro.
Sandro Puebla, concejal: Con sus dos zapatos bien puestos, el locutor de la Radio Carnaval habló poco, pero lanzó la cuña del año: "La vamos a sacar barata... por suerte estaba El Vaquero". Tras ello, y cuando no hacía falta, propuso una incomprensible moción para no supeditar los fuegos a entes externos. Votó a favor.
Francisco Mejías, concejal: Fomeque y cada vez menos republicano, llegó con parka pese a los casi treinta grados que cocinaban la zona. Desde el inicio, ya lo había anticipado, estuvo por aprobar el trato directo "por la gente y el comercio". Votó a favor.
Jorge Collado, secretario municipal: Flojito. Para explicar de qué se trataba la votación, le dio la palabra a Layana. Luego, intervino dos veces y se equivocó como en cuatro ocasiones. Llamó Antonia a Antonella Pecchenino, contó mal los votos y acabó siendo socorrido por la alcaldesa.
Nicolás López Pimentel, concejal en reposo: El edil comunista andaba de vacaciones en Elqui con su polola @Panchi.Panchi y no le puso mucho color para venir a votar, así que felices fiestas, nomás.