Todos los días el fin del mundo
A ratos, los propios lectores suelen sorprendernos con agudas reflexiones sobre los extraños tiempos que vivimos. ¿Será el minuto de volver a creer? Estamosad portasde lo que Elías Canetti llamóMasa y Poder,pero aún tenemos un destino como nación, dice el autor de la misiva, atendiendo a aquel revolucionario ensayo del pensador búlgaro de los sesenta.
Así se titula una carta al director enviada ayer a El Mercurio de Valparaíso por el profesor de Historia y Estética, Germán Soto Droguett, en la cual critica sin ambages la pérdida del principio de autoridad y la ausencia de un eje que aglutine todas las prerrogativas del Estado de Derecho en nuestro país. El lector fija tal hito en los ominosos sucesos iniciados en octubre de 2019, cuando varias autoridades electas democráticamente aplaudieron las supuestas reivindicaciones sociales, cuya articulación -a juicio de Soto Droguett- no era ni más ni menos que delincuencia organizada, lo que llevó a la pérdida del principio de autoridad. La desatada delincuencia que golpea día a día las calles y barrios de la Región de Valparaíso tiene mucho de vista gorda por parte de nuestra sociedad, obligándonos a normalizar casas "okupa" en pleno centro de Viña del Mar -que acabó con un tiroteo con arma semiautomática a mediados de esta semana-, exponencial comercio ambulante dueño de las veredas de las principales ciudades, bandas con métodos cada vez más sofisticados de robo a viviendas y sustracción de vehículos, alzas en casi todos los tipos de crímenes posible y la profunda penetración de la droga, la muerte y la desesperanza en todas las capas sociales.
Estamos ad portas de lo que Elías Canetti llamó Masa y Poder, pero aún tenemos un destino como nación, dice el autor de la misiva, atendiendo a aquel revolucionario ensayo del pensador búlgaro de comienzos de los sesenta que intentó de alguna manera dar cuenta de esa suerte de incómodo registro ante el llamado a la obediencia que fijarían nuestras autoridades (padres, jefaturas, gobiernos) y del cual sólo es posible liberarnos cuando participamos de la masa. Quienes han probado esta válvula de escape jamás la olvidarán, reflexiona el ensayista Cristóbal Joannon, quien agrega que hoy esa nostalgia es un gran problema para quienes detentan el poder. De alguna manera todos lo saben, de ahí el temor ante lo que podría ocurrir en un tiempo cercano.
Algo desacomodado, el lector pide algo así como un mea culpa de las clases dirigenciales que aplaudieron y estimularon el delirio, lo que sólo habría profundizado la crisis moral de nuestro país, según la cual cada vida se deprecia de forma inversamente proporcional al miedo. ¿Estaremos aún a tiempo?