Capibaras de peluche en la política nacional
Los movimientos sociales y las organizaciones civiles tienen sus tiempos y sus fechas de caducidad. Como para el roedor de moda, su oportunidad será efímera.
Un pegajoso aviso radial escuchado esta semana invita a los niños a admirar en vivo al "animal que es furor en las redes sociales" por medio de las Aventuras Nocturnas del Buin Zoo durante los viernes y sábados de enero desde las 19 hasta las 0 horas. El individuo en cuestión es el Hydrochoerus Hydrochaeris, conocido por su nombre guaraní como capibara, o carpincho en Argentina, y que habita en casi todos los países de Sudamérica, salvo en Chile, seguramente bloqueado por la Cordillera de los Andes. Es un roedor gigante y con algo de sobrepeso, semiacuático, que llega a los 50 kilos y que tiene membranas entre los cuatro y tres dedos de sus patas. Una suerte de cruza entre un poni y un hipopótamo, el cual, acaso sin quererlo, motivó alrededor de él todo un merchandising de juguetes y peluches inspirados en su exacerbada ternura en las redes sociales: capibaras surfeando sobre cocodrilos, salones de té en Japón en los cuales uno puede compartir con los sin cola, "Tupi" moviendo sus orejitas en el Zoo de San Antonio, Texas...
La novedad, que tampoco es tal, dice que hace menos de una década también hubo capibaras en el Buin Zoo, pero pasaron sin pena ni gloria y terminaron muriéndose de viejos, confundidos con tapires.
Muy interesante, dirá usted, respetado lector. Pero, ¿por qué diablos me hablan de ratones con esteroides en un editorial de domingo?, alegará. Por una razón muy simple: porque tanto en la fauna como en la política nos encontramos con capibaras todos los días. Quienes ayer fueron la Concertación, la Nueva Mayoría, la Alianza o Chile Vamos, y que hoy son el Frente Amplio, podrían verse desbordados en las próximas elecciones por movimientos sociales organizados de base, alejados de los discursos vacíos y trasnochados de la antigua Lista del Pueblo o el decepcionante Transformar de Jorge Sharp, pero apoyados en grupos de profesionales con un horizonte común signado, tal vez, por la descentralización, la defensa extrema del medioambiente y la vinculación real (y no de cartón) con los territorios, todo ello desde la propia institucionalidad regionalista, que no los marea como el Congreso.
Ejemplos hay: muy interesante es el movimiento Transforma en el sur del país, encabezado por el alcalde de Puerto Varas, Tomás Gárate; también la robustez que podría adquirir nuestro conocido Modatima, de la mano del gobernador Rodrigo Mundaca; o el ímpetu de coordinadoras de tomas, como la de Cartagena-San Antonio, los que ya desplazaron con largueza a organizaciones como la Coordinadora Feminista 8M o No+AFP y tantos que tan mal envejecieron tras las protestas de la Plaza Baquedano y el doble proceso constituyente de los años 2022 y 2023. Estos, a su vez reemplazaron a otros, como el Movimiento Ecologista de Manfred Max-Neef, el Social de Aysén de Iván Fuentes o el Consejo de Todas las Tierras, de Aucán Huilcamán, ante la monotemática insistencia de variadas apuestas sindicalistas o del propio PC.
Su oportunidad es hoy. Al final del día, llega la hora en que a nadie le interesarán los capibaras y menos sus peluches. Sólo es cosa de tiempo.