RELOJ DE ARENA El berrinche de Churchill
Lo que parecía una lógica gira presidencial a la zona austral del país que culminaría en Punta Arenas y que comprendía una navegación por la región de los canales a bordo del "Araucano", nave de la Armada, ocultaba un propósito cuidadosamente guardado en secreto: una visita del mandatario Gabriel González Videla al territorio antártico chileno.
El 17 de diciembre de 1947, el Gobierno de Londres había hecho llegar una nota a la Cancillería en que se desconocían nuestros derechos en el continente helado. Se rechazaba así la proclamación territorial formulada años antes por el fallecido Presidente Pedro Aguirre Cerda, a la vez que se protestaba por la instalación de la base naval Arturo Prat, en la isla Greenwich, en febrero de 1947.
González Videla escribe en sus memorias que "junto con dar una enérgica respuesta a tan absurdas pretensiones y rechazar su contenido, creí mi deber dar una lección objetiva y de rápida ejecución a estos imperialistas invasores".
Presencia femenina
Así, en secreto, se gesta la expedición presidencial que incluyó representantes de las diversas actividades del país, además de la familia del mandatario, tres mujeres, la esposa Rosa Marckman, "Miti", y sus dos hijas. En lo oficial, visita Chiloé y Aysén, para luego embarcarse en el "Araucano", nave que oficiaba de buque madre de submarinos y había sido construida, precisamente, en astilleros ingleses en 1929. Corría febrero de 1948.
Relata el Presidente en sus memorias que, de acuerdo al plan reservado en marcha, a las 12 horas del 11 de febrero de ese año, en el desconocido puerto de Fontescue, anunció que la expedición no iría a Punta Arenas, destino supuestamente oficial, para seguir viaje directo al territorio antártico.
Cambio de barco. El grupo abordaría el transporte "Pinto". El anuncio oficial, esmeradamente preparado, se haría en un discurso presidencial previamente escrito que sería distribuido a los medios de comunicación en Santiago.
Sin embargo, reacciones internacionales obligaban a ciertos cambios. Por radiotelegrafía y usando claves de la Armada se hicieron importantes cambios. Ahora, oficialmente se informaba al país y al mundo que el Presidente de Chile iría a visitar la mencionada base "Arturo Prat" y a ubicar en la Antártida la base "O'Higgins", del Ejército, y otra de la Fuerza Aérea.
La reacción en Londres fue "agresiva", afirma el mandatario, tanto de la prensa como en el mundo oficial.
El mismo Winston Churchill, en la Cámara de los Comunes, interpelaba al Gobierno Laborista "por su actitud pasiva frente al indiscutible acto de soberanía realizado por el Presidente de Chile, lo que consideraba un abierto desafío al poder naval británico y una invasión a los dominios de Su Majestad".
Cierta prensa británica, haciendo mofa del viaje presidencial, sostenía que los discursos del Presidente recibirían el aplauso de "una entusiasta audiencia de pingüinos".
Paralelamente, la BBC informaba desde Londres que el Almirantazgo británico había ordenado el zarpe del crucero "Nigeria", nueve mil toneladas, veterano de la reciente guerra, fondeado en Ciudad del Cabo. El objetivo no era hundir a las naves nacionales, sino que llegar antes que los buques chilenos al continente helado. Así, los marinos ingleses recibirían al Presidente de Chile, con todos los honores, en "territorio de Su Majestad".
Pero las condiciones del tiempo impidieron que la nave inglesa llegará al continente helado antes que las chilenas. Escribe el Presidente en sus memorias:
- La buena estrella de Chile hizo que huracanados temporales obligaran al crucero inglés a reducir su andar y llegara a la Antártida días después que el Presidente de Chile había abandonado aquel territorio, dejando clavada nuestra bandera en el continente antártico y en plenas funciones sus bases, y elegida la ubicación para establecer una tercera, a cargo de la Fuerza Aérea.
Notificación al mundo
El 17 de febrero de 1948, la nave presidencial, el transporte "Pinto", recaló en el territorio antártico. 21 cañonazos de las naves e izamiento del pabellón presidencial en Bahía Soberanía. Una formación de marinos, a partir de cadetes y guardiamarinas, rindió homenaje al mandatario.
Gabriel González califica el acto "como notificación al mundo del dominio de Chile en la Antártida".
El Presidente visitó la base naval instalada por la Armada el año anterior. Los marinos habían permanecido bajo duras condiciones habitando una cabaña Quonset, construcción de estructura metálica, un modelo utilizado durante la Segunda Guerra Mundial. Elevados postes de sólida madera sureña y desafiantes del viento sostenían los cables de las antenas que permitían las comunicaciones radiales con el continente.
El mandatario inauguró un busto de Prat, mientras un centenar de pingüinos rodeaba a los visitantes. Luego, el comandante de la base, teniente Francisco Araya, ofreció una comida a los visitantes. "Exquisita y excesivamente contundente", escribe el mandatario: entrada de camarones, consomé de ave, filete con arroz y leche nevada de postre. Los camarones eran el krill, difundido en los años 70 por el almirante Merino; el consomé era de huevos de pingüino y el filete de carne de foca. Fuertes condimentos ocultaban el sabor a aceite de pescado de los ingredientes. El presidente felicitó al chef responsable de la comida, el marinero cocinero Ramón Caroca.
La visita presidencial fue marcada también con la inauguración de la base "O'Higgins", del Ejército.
La presencia del mandatario al continente helado y sus expresiones de soberanía chilena fue noticia internacional y materia de análisis en muchas cancillerías.
Al rechazo británico y al berrinche de Winston Churchill, uno de los "Tres Grandes" artífice de la victoria contra el nacismo, se sumaron "otras repúblicas americanas", sostiene González Videla sin mencionarlas en entrevista con The Associated Press.
La visita presidencial marcada al regreso por una navegación tormentosa, finalizó a fines de febrero y fue una reafirmación de soberanía chilena sobre territorios del continente helado. Una continuación de expresiones concretas que se inician con La Araucana de Alonso de Ercilla, 1569, que ubica lo que sería Chile "en la Región Antártica Famosa", continúa con las inquietudes australes de Bernardo O'Higgins, la presencia de marinos chilenos en 1902 y 1905 durante la Presidencia de Riesco, la hazaña del Piloto Pardo en 1916, que rescató a la expedición de Shackleton atrapada por los hielos, hazaña en estos días reconocida por Londres, y la expresiones de soberanía formuladas durante el mandato del Presidente Aguirre Cerda.
Sumándose a esta cadena que continúa dando solidez a la presencia chilena en el continente blanco, tenemos ahora la incursión del Presidente Gabriel Boric al Polo Sur, con un original toque feminista, pues la aeronave del mandatario estaba piloteada por una mujer.
En medio del confuso panorama nacional e internacional, el viaje presidencial queda en segundo plano, pero fue un gesto necesario cuando se desatan apetitos como los expresados por Donald Trump, el próximo Presidente de los Estados Unidos, quien mira con interés Panamá, Canadá y Groenlandia, casualmente otro territorio helado.