Como un agente disruptor del escenario político local fue recibida la primera encuesta de proyecciones senatoriales en la Región de Valparaíso, elaborada por ElectoraLab, y publicada el pasado viernes en El Mercurio de Valparaíso.

En corto, la misma muestra un claro favoritismo de los candidatos de Renovación Nacional, encabezados por el actual diputado Andrés Longton, quien con 10.1 puntos se posiciona como el más claro candidato a quedarse con un escaño senatorial. Tras él, y de forma bastante sorpresiva, se ubican el exalcalde de Valparaíso, Jorge Sharp (8.1) y la presidenta de la Cámara de Diputados, la comunista Karol Cariola (7.8), conformando junto a la respuesta No sabe/No contesta (25.4) el primer nivel determinado por la organización de encuestas y análisis político, como "candidatos más competitivos". Tras ellos, en una segunda línea, asoman los "candidatos bien posicionados": Arturo Squella (Republicanos, 6.3); Camila Flores (RN, 5.7) y María José Hoffmann (UDI, 5.6). El tercer grupo, de "candidatos con moderados resultados", está conformado por Diego Ibáñez (FA, 4.4); Franco Parisi (PDG, 4.4); Rodolfo Carter (IND, 4.1); Francesco Venezian (REP, 3.8); y Carolina Marzán (PPD, 3.7). Finalmente, en los derechamente mal evaluados están Tomás Lagomarsino (PRSD, 2.6); Guido Girardi (PPD, 2.0); Manuel Millones (IND, 2.0); Heraldo Muñoz (PS, 1.6); Juan Ignacio Latorre (FA, 1.1); Jorge Brito (FA, 1.1) y Francisco Undurraga (EVO, 0.3).

De esta forma, y a la espera de la conformación de pactos, RN podría incluso aspirar a mantener sus dos cupos actuales, y Republicanos podría agenciarse un tercer escaño, dejando al actual oficialismo con solo dos. Estos, que hoy los mantiene el FA, el PS y el PPD, dependerían de los mentados pactos, dependiendo de dónde se adscriba el PC para asegurar el cupo de Cariola y dónde, Sharp, lo que sería a todas luces un salvavidas de plomo para quien quiera llevarlo en sus filas. Eg: ¿el FRVS incluido dentro de la Social Democracia?

Para finalizar, Sharp y Cariola desordenan el tablero, pero por sí solos podrían perderse. El Frente Amplio, en tanto, queda en la disyuntiva de asociarse con aliados por conveniencia por cuanto, y pese a tener la mayor intención de voto como partido, sus líderes regionales hoy no marcan.

Este martes 14 de enero, la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad (CNEP) entregó a través de su presidente, Raphael Bergoeing, y de su secretario ejecutivo, Rodrigo Krell, el Informe Anual de Productividad 2024. Dada la importancia económica de este informe anual, es relevante conocer sinópticamente su institucionalidad. La CNEP es una entidad técnica, independiente, autónoma y permanente, creada en 2015 bajo el nombre de Comisión Nacional de Productividad. En agosto de 2021 se reformó su decreto para ampliar su alcance, lo que le otorgó nuevas facultades en el ámbito de la evaluación. La institución es dirigida por un consejo, conformado por cinco miembros de carácter técnico. El informe anual tiene tres acápites centrales. El primero es sobre la Productividad Total de Factores hasta 2024; el segundo está centrado en un estudio exploratorio titulado "Distribución de Poder y Eficiencia: Evidencia de Empresas Sindicalizadas" y, finalmente, el informe concluye con un resumen de los trabajos y estudios realizados y finalizados por la CNEP durante 2024, junto con un avance sobre los estudios actualmente en curso, que se espera culminen en el transcurso del año 2025. Sin embargo, dada la extensión del informe, sólo me referiré a algunos aspectos de la primera parte de él.

Uno de los primeros datos que entrega este informe es que la CNEP estima que la Productividad Total de Factores (PTF) tuvo una variación entre -0,2% y 0,1% en 2024, tanto en la economía agregada y para la economía no minera. La PTF es "un indicador que mide cuán eficientemente una economía utiliza y combina sus recursos como el trabajo y capital para agregar valor, permite determinar cuánto del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) proviene de avances en la eficiencia y no del incremento en la cantidad de recursos empleados". La cifra del 2024 nos reitera una tendencia de hace 16 años donde la productividad sigue sin aportar al crecimiento económico del país.

Con una mirada más larga, en los años 90 las mejoras en productividad superaban al 3% anual y contribuían significativamente al crecimiento económico. Sólo un dato relevante: "Entre 1991 y 1995, el crecimiento promedio del PIB fue de 7,6% anual y la productividad aportó aproximadamente el 40% de ese incremento". "Durante la primera década de los 2000, la acumulación de capital reemplazó a la productividad como el principal motor del crecimiento. Entre 2001 y 2005, la PTF creció en promedio un 1,3%, pero entre 2006 y 2010 cayó un 0,2%". En resumen, en las últimas dos décadas, Chile ha experimentado un estancamiento en su productividad. El informe precisa que "en 2024 este patrón se mantiene. La PTF se encuentra un 1,5% por debajo de su nivel prepandemia, lo que refleja una caída en la eficiencia con la que se utilizan los recursos". Una cifra interesante a reflexionar es que "a este ritmo, sin mejoras de eficiencia, la economía tardaría 30 años en duplicar su ingreso. En cambio, si se lograra un incremento del 1% anual en productividad, ese plazo podría reducirse en casi una década".

Finalmente, el informe aborda algunas hipótesis que explicarían el estancamiento de la productividad: "La desaceleración de la productividad de la productividad no es un problema exclusivo de Chile, sino un fenómeno que se ha extendido a nivel global desde la crisis financiera de 2007". No obstante, en el caso de Chile "existe un problema estructural relacionado con la eficiencia en la asignación de recursos". Además, "seguimos enfrentando barreras importantes, como rigideces en el mercado laboral y los largos plazos para la aprobación de proyectos de inversión, que dificultan esta redistribución eficiente".

La tecnología tiene impactos significativos en la sociedad y está cambiando más rápido que nunca. Lo que hoy es novedad, será prontamente superado. Las empresas del área compiten ferozmente para ver quién tiene la primera innovación al alcance de todos, de forma gratuita y masiva.

Es acá donde el componente generacional de niños y jóvenes juega un rol importante. Los "millennials", también conocidos como la Generación Y, aquellos que nacieron aproximadamente entre 1981 y 1996, son un grupo conocido por haber crecido durante el auge de la era digital, lo que les ha proporcionado una afinidad particular por la tecnología y las comunicaciones. Son considerados nativos digitales y tienen características distintivas, como valores orientados hacia la colaboración, la flexibilidad y un fuerte deseo de encontrar un equilibrio entre la vida laboral y personal.

Además, tienden a valorar las experiencias sobre los bienes materiales y buscan un propósito significativo en su trabajo. Como indican sus características, son bastante diferentes a las otras generaciones y los profesores que les enseñan deben estar conscientes de estas cualidades.

Existe un elemento interesante, que es la percepción de que los estudiantes saben más de estos temas que los docentes, lo que produce un sentimiento de ansiedad por querer mejorar competencias digitales, preocupación por quedarse atrás y el desafío por estar a la altura de las circunstancias. Esto deriva en una motivación por parte de los académicos por mejorar, aprender y perfeccionarse, y no quedarse atrás en este avance vertiginoso que es la inteligencia artificial, reconociendo abiertamente que una actitud de negatividad sólo irá en desmedro de su labor como profesores. Los grandes modelos de lenguaje se han desarrollado cada vez más, entregando más y mejores servicios educativos, ocupando un rol de apoyo, soporte y enseñanza personalizada.

Los entornos de enseñanza y aprendizaje actuales deben rediseñarse teniendo en consideración las fortalezas y debilidades de estos estudiantes, esto quiere decir que necesitamos entornos de aprendizaje y competencias digitales, además de docentes más adecuados para las generaciones actuales y futuras que respondan a lo señalado. La visión de la educación inteligente o smart education debería ayudar a lograr este requisito y superar los desafíos de los métodos y sistemas educativos actuales.