El otrora smartphone del Presidente
Tanto para el político en ejercicio, como para quienes disputan el poder, los dispositivos pueden acelerar los procesos de pérdida de confianza, facilitar la fiscalización desde la ciudadanía, movilizar y articular de manera veloz al conjunto de la población, entre otros aspectos".
A propósito de las declaraciones del presidente Gabriel Boric, sobre abandonar el uso de su smartphone, se abrió una discusión que es pertinente iniciar y que no es nueva en las sociedades contemporáneas. ¿Ponemos límites a la presencia de los teléfonos inteligentes en nuestras vidas y a todo lo que conlleva una conexión digital permanente, estimulada por las plataformas de redes sociales?
Por ejemplo, estudios que avizoraban ventajas en el empleo de estos celulares en los ámbitos educativos, que señalaban un potencial impacto favorable en los procesos de enseñanza-aprendizaje en el aula, se han diluido con el paso de los años. Diferentes realidades globales han regulado el ingreso de los aparatos en los colegios, así como han endurecido el acceso de los menores en las redes sociales e internet.
De hecho, también han ido surgiendo papers que evidencian el aparecimiento de burnout relacionado con las redes sociales. Además de la distracción natural, se puede generar un agotamiento emocional y la despersonalización en los usuarios, afectando la salud mental.
El anuncio del celular de Boric y la repercusión internacional que ha tenido la noticia en numerosos tabloides del mundo, podría obedecer a tres, entre muchas otras significativas dimensiones de impacto, que provocarían los smartphones en lo cotidiano. Distingo, por de pronto, la política, la generacional y la personal.
En la primera dimensión, la política, los celulares inteligentes han marcado el ejercicio del poder y revolucionaron la socialización con los electores, así como el control de los mensajes y su transmisión por parte de los políticos, permitiendo la configuración de comunidades políticas virtuales, modificando la agenda informativa y debilitando a los medios tradicionales.
Tanto para el político en ejercicio, como para quienes disputan el poder, los dispositivos pueden acelerar los procesos de pérdida de confianza, facilitar la fiscalización desde la ciudadanía, movilizar y articular de manera veloz al conjunto de la población, entre otros aspectos. No se trata de asociar al smartphone con la desestabilización de la actividad política, sino de comprender lo radical que ha significado su ingreso, con incidencias positivas como también lamentables. Por de pronto, la desinformación sigue creciendo como una amenaza concreta para las democracias actuales y para la cohesión social, desde cuentas políticas organizadas en las redes sociales, disfrazadas de tiernos usuarios seguidores de mascotas.
La segunda dimensión, la generacional, específicamente la que está en el poder, recordemos que en su momento aplicó hábilmente las claves de la comunicación política en los celulares, pero desde la oposición y en un clima de malestar e indignación generalizado hacia la política. Acercándose a la etapa final de este gobierno, no pudo comprender y ejercer una apropiada comunicación de gobierno digital, diferente a la de una campaña o la que desafía el discurso oficial.
Por el contrario, la conexión digital permanente que hacen gala estos representantes políticos generacionales, en todas las plataformas y reproduciendo la realidad como un online infinito, ha traído fuertes complicaciones, descoordinaciones, filtraciones y una pérdida en el componente más importante de la política, la estrategia. Me da la impresión que cuando Boric muestra su actual y básico celular, está asumiendo algo de esto.
Por último, en la dimensión personal y que involucra la vida privada, está la preocupación de un futuro papá como el presidente, que debiera extenderse a toda una sociedad que vela por el cuidado de sus menores. La conexión que nos facilitan los smartphones es fundamental para el trabajo, sobre todo, para los tomadores de decisión y para cualquier profesional que observa oportunidades de crecimiento en sus iniciativas. Es difícil imaginar al presidente de un país sin esta tecnología. No obstante, me tomo de las palabras de la reconocida siquiatra, Nora Volkow, quien recientemente estuvo en el Congreso Futuro y recordó que las redes, tal como las drogas, generan adicciones porque estimulan el sistema de recompensa cerebral. .2
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