encuentran directamente vinculadas con las principales preocupaciones ciudadanas. Sin embargo, estas decisiones implican complejidades y compromisos que deben ser cuidadosamente considerados".

Algunas alternativas que podrían haberse considerado incluyen, en su opinión, la revisión de programas y gasto ineficiente, el incremento selectivo de ingresos fiscales, como impuestos a industrias altamente rentables, aumento de tasas a segmentos de mayor ingreso o bienes de lujo y medidas contra la evasión fiscal.

Rodrigo Valdés sostiene que "comparativamente con otros países de la OCDE, los impuestos corporativos en Chile son relativamente altos", al igual que el porcentaje de evasión fiscal, sobre todo de personas particulares. "Se han visto llamados del gobierno a negociar la reforma tributaria, pero no acciones concretas o masivas que permitan disminuir la evasión, y creo que ese es un tema no menor, que debería ser priorizado por el gobierno central".

Futuro inmediato

Con los niveles de crecimiento y deuda actuales, ¿el país tendrá que acostumbrarse a nuevos recortes presupuestarios en el futuro inmediato?

Para el decano de Ciencias Económicas y Administrativas de la UV, eso es probable, dado que "la situación fiscal sigue siendo tensa, y el gobierno ha indicado que no hay espacio para nuevos gastos significativos en los próximos años, lo que sugiere un patrón de austeridad continuado. A menos que se implementen medidas estructurales para aumentar los ingresos fiscales o mejorar la eficiencia del gasto público, las presiones fiscales podrían derivar en ajustes adicionales".

El académico observa que "aunque el ajuste presupuestario busca mantener la disciplina fiscal, es evidente que el país enfrenta desafíos significativos que podrían llevar a nuevos recortes si no se toman medidas proactivas para abordar estos problemas estructurales". Y opina que "la implementación de reformas fiscales y una gestión más eficiente del gasto son esenciales para evitar un deterioro adicional en los servicios públicos y asegurar el bienestar social a largo plazo".

Dadas las proyecciones de crecimiento económico y atendidos los niveles de gasto y endeudamiento que tiene el Estado, hay poco espacio para seguir expandiendo el gasto, acota Carlos Smith, de la UDD. "Si no crecemos, la opción para gastar más es endeudarnos, pero eso implica a la larga mayores impuestos o menor consumo, menos cosas que podemos hacer en el futuro", tal como ocurre en una familia, remarca.

Rodrigo Valdés, de la PUCV: "Pienso que es muy difícil proyectar eso en el corto plazo. Si hablamos de la inflación y del dólar, probablemente continúen al alza o en valores bastante altos durante este año. Si nos basamos sólo en aquellos factores que incidieron en la generación de recortes" y las proyecciones no se cumplen, "podríamos estar frente a otro recorte importante cuando se negocie el presupuesto del 2026".

Pero sopesa también el factor político, ya que el presupuesto que se tramite a fin de año será el primero de un gobierno entrante, y ese erario "es muy complicado de negociar porque la nueva administración, sea del color que sea, siempre quiere la menor cantidad de recortes". Por la experiencia previa, "pienso que ese presupuesto no va a sufrir tanta alteración ni recortes tan draconianos como este año, justamente por esta coyuntura".

Atenuar efectos

Los expertos también se refieren a las medidas que debería adoptar el Gobierno para evitar o al menos morigerar el impacto de la contracción del gasto.

"Finalmente uno ve que no existe mucho espacio para seguir gastando más y por lo tanto recortes en el futuro podría haber, particularmente si es que los ingresos se vuelven a estimar mal y volvemos a tener ingresos efectivos menores a los ingresos esperados", estima Carlos Smith.

"Lo que hay que hacer aquí es crecer. Esa es la solución. Hay que crecer y crecer, lo que significa mayores ingresos por mayor tributación, por mayor actividad económica, mayor inversión. Todo eso finalmente se traduce en más recursos para el Estado y, por lo tanto, espacio para poder entregar más y mejores prestaciones a los habitantes del país", argumenta.

Gasto más eficiente

Rodrigo Valdés se inclina por "hacer mucho más eficiente el gasto público, financiar programas que tengan buena evaluación y no aquellos que eventualmente no funcionan bien".

Además, piensa que hay que "regular muy bien el empleo público, que ha aumentado muchísimo, particularmente en los últimos dos o tres años; quizá hay que hacer una revisión respecto a eso, porque obviamente es un gasto muy relevante en el presupuesto nacional y sería interesante que se generaran acciones para regular eso".

Y Diego del Barrio plantea que para evitar o al menos mitigar el impacto de los recortes presupuestarios recurrentes en áreas críticas como Salud y Seguridad, "el Gobierno debería implementar una estrategia integral que combine reformas estructurales con medidas específicas a corto y mediano plazo. Este enfoque no solo fortalecería la sostenibilidad fiscal, sino que también atendería de manera efectiva las crecientes demandas ciudadanas".

Entre las acciones que podrían ser consideradas, el académico menciona "una estrategia que combine reformas tributarias, incentivos al crecimiento, optimización del gasto y mecanismos de diálogo social", lo que en su opinión "no sólo permitiría mitigar el impacto de los recortes presupuestarios, sino también construir un modelo fiscal más resiliente, equitativo y eficiente. De esta manera, se podrá responder adecuadamente a las demandas ciudadanas sin comprometer la estabilidad económica del país". 2

Durante 2024 el Estado terminó gastando más allá de lo presupuestado, porque también los ingresos fueron menores, y por lo tanto, hay que hacer esos ajustes".

El próximo presupuesto será el primero de un gobierno entrante, que siempre quiere la menor cantidad de recortes, por lo que pienso que no va a sufrir tanta alteración ni ajustes tan draconianos".

Más allá de las buenas intenciones y los acercamientos, lo que nosotros necesitamos en definitiva es que se nos aumente el presupuesto y

que esto se revierta".

"La situación fiscal sigue siendo tensa, y el gobierno ha indicado que no hay espacio para nuevos gastos significativos en los próximos años, lo que sugiere un patrón de austeridad continuado".

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Me parece una vergüenza lo que ha hecho el Gobierno, en el sentido de reducir el aporte fiscal que se había comprometido al aprobar la Ley de Presupuesto, compromiso que se había adquirido con senadores y diputados de las comisiones de Salud. Reducir el presupuesto de Salud 2025, sabiendo que para este año tenemos más de 600 mil personas que durante el 2024 dejaron el sistema de Isapres para pasar a Fonasa, resulta inaudito. Sobre todo cuando uno de los puntos importantes de reducción del presupuesto es precisamente Fonasa y también los hospitales, a través de la Subsecretaría de Redes Asistenciales.

Llama mucho la atención, además, que se reduzca significativamente el presupuesto de la Subsecretaría de Salud Pública, sobre todo en un contexto en que estamos con emergencias sanitarias en más de diez regiones del país. Y tenemos riesgos, al mirar el orbe, de lo que está pasando por ejemplo con las infecciones de metapneumovirus y cuadros respiratorios graves en distintas partes del mundo, especialmente China y Europa.

¿Qué está pensando el Gobierno al tomar una decisión de este tipo? ¿Cómo puede ser que el Ministerio de Hacienda afecte gravemente la salud de los chilenos, con un recorte presupuestario tan significativo, en un año en el que al menos tendrían que haberlo aumentado? Porque esos 600 mil chilenos que se cambiaron de Isapre a Fonasa aportan en promedio cerca de $600 mil millones adicionales. ¿Y qué ha hecho el Gobierno entonces? Compensar el presupuesto, reduciendo el aporte fiscal y manteniendo este aporte adicional de las cotizaciones de salud de los trabajadores que ahora están en Fonasa y que antes estaban en Isapres.

En otras palabras, nos obliga a atender a cerca de 600 mil personas más con un presupuesto $16 mil millones menor que el del año anterior. Insólito, inédito y contradictorio con un Gobierno que se dice progresista y defensor de los derechos sociales de las personas.

Llama la atención que el Ministerio de Salud no golpee la mesa y no sea el primero en alzar la voz, como lo hizo el Fiscal Nacional con respecto a una reducción de su presupuesto. No podemos seguir esquilmando los hospitales ni seguir afectando la salud de la población con recortes presupuestarios, cuando hay compromisos con la OCDE y la OMS de aumentar el aporte en términos de PIB en salud y reducir el gasto bolsillo.

¿Qué va a significar esto en términos prácticos para los chilenos y chilenas? Que en 2025 van a tener que gastar más para atender sus problemas de salud, porque la red pública no va a dar abasto, pues no cuenta con los recursos humanos, con el equipamiento y los insumos necesarios para atender a la población que tenía antes y mucho menos a este incremento, con cerca de 600 mil personas adicionales que ahora vamos a tener producto de la migración desde Isapres a Fonasa. 2

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Columna de Opinión