Del desastre a la resiliencia urbana
Las críticas han opacado a otros factores del megaincendio que pueden transformarse en aprendizajes clave hacia el futuro. Cerca de quebradas llenas de vegetación, o sobre sectores que pueden sufrir deslizamientos, se apiñan cientos de viviendas precarias, vulnerables al próximo desastre.
Las discusiones y análisis sobre el primer año del megaincendio se han concentrado tanto en el incumplimiento de las autoridades, que se han minimizado otros factores de esta emergencia que pueden transformarse en aprendizajes clave de resiliencia hacia el futuro. En esta línea de ideas, cabe destacar la opinión dada por Jaime Arnaiz, director ejecutivo del Distrito Innovación V21 -proyecto que se implementa en el barrio de El Salto, uno de los más afectados por la emergencia desatada el 2 y 3 de febrero de 2024- cuya visión permite abordar tareas futuras con criterio técnico y ejecutivo.
Cada una de las fallas críticas que amplificaron el incendio hasta convertirlo en la tragedia de proporciones históricas que conocemos se puede transformar en una pregunta: ¿qué pasó con el fallo del sistema de Alerta? ¿Cómo se puede mejorar la vulnerabilidad urbana ante emergencias mediante la planificación? ¿Qué herramientas se pueden entregar a las familias para que puedan enfrentar sus vulnerabiidades socieconómicas? ¿Cómo protegemos las matrices productivas de la Región de nuevos desastres? Las respuestas deben orientarse hacia conceptos como resiliencia y sostenibilidad, dos bases indispensables de la planificación urbana del Siglo XXI, marcada por el cambio climático y todas sus consecuencias.
Lamentablemente ya vamos tarde para varios de estos procesos. Mientras el debate sobre la reconstrucción crece y los damnificados de algunas zonas radicalizan sus acciones para lograr algunas consesiones mínimas de la autoridad, otros cientos de familias decidieron reinstalarse en otros lugares, la mayoríaen terrenos públicos o privados sin la urbanización ni la matriz de riesgo adecuada. Cualquier autoridad que transite por el Troncal Sur podrá ver sus casas en las laderas de los cerros que hay entre Quilpué y Viña del Mar. Allí, cerca de quebradas llenas de vegetación, o empinadas en sectores que pueden sufrir deslizamientos en cualquier lluvia fuerte, se apiñan cientos de viviendas precarias, totalmente vulnerables al próximo gran desastre.