LA TRIBUNA DEL LECTOR Mirando lecciones del pensamiento económico
POR ALFONSO SALINAS MARTÍNEZ, PRESIDENTE ASOCIACIÓN DE EMPRESAS REGIÓN DE VALPARAÍSO - ASIVA
En tiempos de estancamiento económico, es útil revisar lecciones de la historia económica. Los fisiócratas fueron los primeros economistas propiamente dichos, surgidos en el siglo XVIII en Francia. Su principal aporte fue entender que la economía es un flujo de circulación donde existe una relación matemática entre producción y consumo. En ese contexto, las ganancias generadas por la tierra y la agricultura se transformaban en consumo para los artesanos de la urbe, quienes a su vez obtenían ingresos que les permitían adquirir productos del campo.
A partir de esta reflexión, Adam Smith formuló el primer marco teórico completo sobre los mercados. Al "laissez-faire, laissez-passer" de los fisiócratas, agregó la teoría de la "mano invisible", que coordina la eficiencia productiva con la satisfacción de necesidades sociales sin la necesidad de una planificación centralizada. La Revolución Industrial, iniciada en Gran Bretaña, generó una prosperidad sin precedentes y se expandió a Estados Unidos y Europa.
Sin embargo, la industrialización trajo consigo la precarización de enormes masas de obreros asalariados. Las novelas de Charles Dickens reflejan la miseria en minas de carbón, donde niños y mujeres sufrían condiciones deplorables mientras la economía crecía. En Estados Unidos, el auge industrial desembocó en una gran recesión a fines de la década de 1920, que se extendió durante toda la de 1930.
A finales del siglo XIX y principios del XX, numerosos autores denunciaron la explotación e idearon soluciones. Algunos propusieron proyectos utópicos, como Robert Owen en Inglaterra o Fourier y Saint-Simon en Francia. Otros, como Karl Marx, impulsaron cambios revolucionarios. Para Marx, el capitalismo debía ser reemplazado por un sistema en el que el Estado dirigiera la economía, eliminando la propiedad privada.
Los primeros países en aplicar el marxismo, como Rusia y China, crecieron inicialmente. Sin embargo, la falta de precios libres dificultó la organización económica. Paradójicamente, economistas socialistas como Oskar Lange y Abba Lerner formularon ecuaciones sobre los mercados, buscando diseñar un sistema estatal eficiente.
Sus críticos, como Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, argumentaron que ningún modelo matemático podría reemplazar la interacción real entre millones de productores y consumidores. Con el tiempo, las economías socialistas colapsaron, los planes quinquenales fracasaron y los mercados negros superaron a la planificación central.
Como alternativa a las crisis del capitalismo, John Maynard Keynes propuso que el Estado debía intervenir para estimular la economía. Según Keynes, el problema era la descoordinación entre ahorro, inversión y consumo, lo que impedía el pleno empleo. Si el ahorro no se traducía en inversión o consumo, la economía operaba por debajo de su potencial.
En un contexto distinto, con la independencia de las últimas colonias europeas, surgieron teorías de desarrollo que otorgaban un papel central al Estado. Mientras las ideas keynesianas, sistematizadas por Paul Samuelson, ayudaron a superar la Gran Depresión y modelos desarrollistas fueron exitosos en los "tigres asiáticos", también generaron fracasos. En algunos casos, resultaron en hiperinflación; en otros, en despilfarro de recursos sin el crecimiento esperado.
A mediados del siglo XX, el trabajo de Robert Solow en los años 60 y Paul Romer en los 80 evidenció que el crecimiento económico dependía no sólo de la inversión, sino también de la productividad y la innovación. Autores recientes, como Daron Acemoglu y James Robinson, han destacado la importancia de instituciones justas que incentiven el esfuerzo y garanticen la equidad.
A lo largo de la historia, el pensamiento económico ha evolucionado en respuesta a los desafíos de cada época. Cada escuela ha aportado herramientas útiles, pero también ha mostrado limitaciones en su aplicación. La economía sigue siendo una disciplina en constante evolución, en la que el equilibrio entre mercado y Estado, la innovación y la equidad siguen siendo claves para el progreso de las sociedades.