El rol del chofer de transporte público
Los violentos hechos ocurridos en los últimos días revelan la necesidad de buscar soluciones en la próxima licitación. El nuevo sistema no solamente debe poner en juego un cambio en las condiciones de operación, sino una transformación en las premisas de servicio del transporte.
Al menos dos incidentes gravísimos involucraron a choferes del transporte público en las últimas semanas. En el primero, un conductor se enfrascó en una discusión que terminó a golpes con un pasajero que quiso pagar con una TNE. Aunque no está claro aún el origen ni responsabilidad final -el chofer fue desvinculado, pese a la defensa hecha por su gremio-, muestra la tensa relación que siempre existe entre los responsables de vehículos de transporte público y sus clientes o pasajeros. El último suceso ocurrió el sábado recién pasado, a la salida de la Estación de Trenes de Limache, cuando un chofer de la línea Agdabus agredió a otro con un martillo en la cabeza, de acuerdo a la versión de testigos, en represalia al uso de un sitio de estacionamiento.
Ambos acontecimientos son reflejo de las presiones a las cuales están sometidos los conductores de un sistema que no termina de decidirse si es un servicio público, con líneas licitadas y empresas que reciben además subsidios para garantizar su viabilidad económica, o uno privado, en el cual sus principales trabajadores se ven sometidos a una ganancia con comisión por boleto cortado, como los vendedores de muchos otros negocios privados. Las esperanzas están puestas en la licitación del transporte público del Gran Valparaíso, que está en pleno diseño y que alienta expectativas sobre cambios reales para algunos problemas concretos, como el de los choferes. Este será el proceso adecuado para definir qué rol se le dará a los conductores de microbuses, qué tipo de competencias son indispensables para su contratación, cuál la remuneración más adecuada y el mejor mecanismo de pago para una función que tiene en sus manos la vida de cientos de personas cada día. Estas son decisiones relevantes, porque el nuevo sistema no solamente debe poner en juego un cambio en las condiciones de operación, sino una transformación profunda en las premisas de servicio del transporte regional.