Con una pala y un sombrero
Un año después nadie cumplió con lo mínimo que debió hacer por la reconstrucción. Desde el Presidente hasta la alcaldesa de Viña del Mar. Hoy, un año más tarde, la reconstrucción es un desastre. Y eso no es culpa del "Estado" ni de que las "instituciones" no estén a la altura. Las responsabilidades tienen nombre y apellido.
La imagen del Presidente Gabriel Boric tomando una pala y cavando para luego plantar un olivo en la humilde residencia del expresidente uruguayo, Pepe Mujica, en el sector rural de Rincón del Cerro de las afueras de Montevideo, durante su visita oficial a ese país, significa mucho más que una despedida del entrañable ex mandatario y exguerrillero tupamaro -que hoy sufre un diagnóstico de cáncer terminal e irreversible-, sino también la consolidación de su promesa incumplida con las víctimas y damnificados que dejó el incendio de Viña del Mar y Quilpué hace, coincidentemente, un año.
Algo de eso quiso explicar esta semana en una farragosa entrevista con el periodista Pablo Basadre del diario La Segunda la alcaldesa Macarena Ripamonti, al referirse a aquellas "personas que no agarraron nunca una pala y que no pueden estar ahora vendiendo una pomada". Instada por Basadre a asignar responsabilidades y si éstas incluían al Presidente, la jefa comunal se terminó enredando sola y disparó contra la clase política en general como si ella no perteneciera precisamente a esa casta.
Hoy la reconstrucción es un desastre. Y eso no es culpa del "Estado" ni de que las "instituciones" no estén a la altura. Las responsabilidades tienen nombre y apellido: un Presidente que prometió no abandonar a nadie y se escapa a Uruguay para el aniversario del megaincendio, un ministro de Vivienda, Carlos Montes, que sólo viene a la Región para decir que le gustaría que el proceso fuese más rápido y que ahora se va de vacaciones, criticado hasta por el diputado frenteamplista Diego Ibáñez. ¿Quién es o qué ha hecho Patricio Coronado? Y también tenemos que mirarnos al espejo en la zona: la alcaldesa tiene plena responsabilidad en no haber empujado y convencido al poder central de que deben hacer su trabajo, tanto como el gobernador regional, Rodrigo Mundaca, cuya contribución en estos mismos términos ha sido muy displicente. No se trata de ir al cerro y repartir abrazos.