De incendios a megaincendios, una guerra anual potenciada por el cambio climático
Aunque el factor humano es el primer eslabón de la cadena del fuego, la alteración de los patrones meteorológicos incide en su velocidad de propagación y poder destructivo.
El megaincendio de Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y Limache, que dejó 137 víctimas fatales, destruyó más de 7.000 viviendas y arrasó cerca de 11.000 hectáreas, es el segundo siniestro más letal del mundo en este siglo, solo superado por la catástrofe del estado de Victoria, Australia, en febrero de 2009, que dejó 173 fallecidos.
Esa tragedia,que es conocida como Sábado Negro, destruyó cerca de 2.000 casas, afectó a 340.000 hectáreas, y de acuerdo a estudios y publicaciones posteriores, fue provocado por una suma de factores, como una ola de calor, prolongada sequía y fuertes vientos.
Una combinación cuyo riesgo ha quedado internalizado a fuerza de dolor y destrucción en la memoria de los habitantes de la zona centro sur de Chile, donde ha operado con enervante frecuencia, provocando pérdida de vidas, hogares, fuentes laborales, animales, bosques y cultivos, infraestructura y servicios, así como del paisaje cotidiano de las personas.
INCENDIOS y MEGAINCEDIOS
Asociados al cambio climático, entre los factores que inciden en la rápida propagación e intenso poder calorífico que alcanzan los gigantescos incendios figuran el aumento de las temperaturas, las olas de calor extremo, la prolongada sequía, así como las oscilaciones entre periodos de escasas y de intensas precipitaciones. .
Los fenómenos meteorológicos extremos continuarán manifestándose en las próximas décadas si no se logra frenar el alza en la temperatura global del planeta, indica un estudio sobre la importancia de las condiciones meteorológicas de ese tipo en los siniestros de la zona centro sur de Chile, que fue publicado en septiembre de 2024 por el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia, CR2.
El estudio, realizado por Tomás Carrasco, René Garreud y Denis Bozkurt, investigadores del CR2; Martín Jacques, investigador principal, y Aníbal Pauchard, del Instituto de Ecología y Biodiversidad, señala que hasta 2016 el área quemada por temporada de riesgo forestal en esta zona fluctuaba entre 10.000 y 100.000 hectáreas (ha), con un promedio de 40.000 ha, pero en los periodos 2016-2017 y 2022-2023 esas superficies fueron sobrepasadas con creces, llegando a 500.000 y 400.000 ha, respectivamente, cifras inéditas en el registro histórico, expone un artículo del divulgador científico del CR2, José Barraza, a propósito del estudio.
Sobre 40° c
La investigación reveló "que durante los megaincendios hubo temperaturas extremadamente altas y sin precedentes en gran parte de la zona centro-sur de Chile, incluyendo el sector donde se desarrollaron estos eventos", como 41.5° C en Chillán el 26 de enero de 2016, y 41.6 °C el 3 de febrero de 2023, lo que provocó baja humedad extrema que contribuyó al secamiento de la vegetación y el suelo.
"En ambos casos, el intenso calor y la baja humedad a nivel local fueron propiciados por una configuración meteorológica de mayor escala, que también generó el viento del este en la precordillera conocido como Puelche, el que, a su vez, reforzó el descenso y calentamiento del aire. Al mismo tiempo, esta configuración meteorológica aceleró el viento del sur sobre la cordillera de la costa, que fue particularmente intenso y promovió el rápido avance del fuego en los sectores afectados", expone la publicación.
Y recalca que si bien los megaincendios fueron iniciados por acción humana y ocurrieron en un terreno propenso a ser quemado por su alta carga de combustible, "su propagación en los veranos del 2017 y 2023 parece muy determinada por la meteorología extrema y sin precedentes en ambos periodos".
Eventos extremos
El director del Laboratorio de Geo-información y Percepción Remota del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Roberto Chávez, recuerda que la causa principal de los incendios es el factor humano, pero "desde el punto de vista de las condiciones biofísicas, hay que pensar que es el aspecto climático, es decir, las condiciones que propician que ellos alcancen este nivel de gravedad, algo que va a ser cada vez más recurrente".
Entre esas condiciones menciona veranos más secos en la zona centro sur, avance de la desertificación por efecto del calentamiento y extremos meteorológicos como las ya mencionadas oscilaciones entre años con lluvias casi inexistentes y otros con tormentas caracterizadas por copiosas lluvias.
Ejemplifica con lo ocurrido en 2019 y 2021, "que fueron los más secos en 100 años" y los intensos frentes de mal tiempo de 2023 y 2024, que provocaron graves inundaciones, daños en viviendas, puentes, carreteras y vías férreas, dejando a miles de personas aisladas, entre otras consecuencias.
Así, el 13 junio del año pasado en Concepción cayeron 120 milímetros de lluvia en un solo día. Y el 21 de agosto de 2023, la estación meteorológica del Aeródromo Curicó contabilizó 150,2 mm, "posicionándose en el primer lugar al listar los datos de precipitación máxima en 24 horas, considerando registros desde 1950", de acuerdo al reporte meteorológico.
Calor y vientos
Respecto de la relación entre el cambio climático y los incendios de quinta o sexta generación que se han registrado en Chile y en el mundo, la directora del Departamento de Meteorología de la Universidad de Valparaíso, Ana María Córdova, señala que no cabe duda que es uno de los factores de incidencia.
"Estamos hablando de aumento en la temperatura principalmente y también de los efectos de los cambios en los patrones de precipitación, donde tenemos extensos periodos de sequía, pero también precipitaciones bastante intensas y muy cortas. Estas hacen que crezca la vegetación y cuando ya no
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl