LA PELOTA NO SE MANCHA Los multiversos de Garín
POR WINSTON POR WINSTON
Apenas había terminado de enviar la columna el domingo pasado y ocurrió uno de los hechos más insólitos que me haya tocado presenciar en una cancha de tenis. Asumo que la mayoría sabe a qué me refiero: el choque entre el tenista belga Zizou Bergs y Cristián Garín, luego de que el belga ganara el juego que lo dejaba a las puertas de una victoria en Copa Davis.
La primera curiosidad de este hecho es que el joven belga debe su nombre al astro francés Zinedine Zidane, más conocido como Zizou. Un año antes de que naciera el tenista, el volante del Real Madrid fue campeón del mundo con Francia en 1998. Lo que no pudo prever el padre del joven fue que, cuando su hijo tenía siete años, su ídolo fuera expulsado en la final del Mundial de 2006 por propinarle un salvaje cabezazo al italiano Marco Materazzi.
Algo similar hizo Bergs, pero sin intención. Corrió como un caballo desbocado hacia su silla y de paso se llevó a Garín por encima, que iba rumbo a su espacio en busca de una solución que le permitiera revertir el partido. El tenista chileno, como Materazzi, quedó desparramado en el suelo a la espera de una tarjeta roja que, en este caso, nunca llegó.
Algunos han criticado a Garín por no seguir jugando, los mismos que en su vida han tomado una raqueta y jugado un partido de tenis. Yo creo que tomó la decisión correcta, aunque eso le haya costado a él perder el partido y a Chile, la serie.
¿Qué alternativas tenía?
1.La uruguaya: haber visto venir al belga y levantado el brazo de tal forma que la mandíbula del rival le haya quedado enterrada en el codo, obligando a la organización a llevarse a ambos a una clínica para desencajar ambas piezas.
2.El choro del puerto: haber devuelto el empujón, amenazarlo en coa con rajarle el estómago a la salida del estadio y haber aprovechado el terror del belga para ganarle el último juego, el tie break y dejar abierta la serie.
3. A lo Fillol: como buen cristiano, haber aceptado las disculpas del rival, haberse ido a sentar a su silla y esperar con hidalguía el desenlace del encuentro, restando dramatismo al choque con la tranquilidad de haber dado la otra mejilla.
4. El cóndor Rojas: haberse tirado al suelo, revolcado y golpeado sutilmente con la raqueta en la ceja para que esta sangrara. Mientras el resto de los compañeros revisaba al herido, Massú podría haber hecho un Pato Yáñez al público, recordando los 25 años de este memorable gesto.
5.La garinesca: haber aceptado seguir jugando, perder el partido y comenzar a ser víctima del acoso de las redes sociales.
Lo cierto es que nunca sabremos cómo terminaba el partido. Lo que sí está claro es que si el belga no hubiese chocado al chileno, hoy su cuenta de Instagram estaría flotando en el ciberespacio, sin pena ni gloria, casi sin seguidores y sin las miles de recetas que hasta hace algunos días adornaban su red social.
Por lo demás, esto es lo único positivo de este encuentro y me atrevería a hablar de un avance civilizatorio para nuestro país, que dejó de lado los insultos y ordinarieces para llevar a cabo, contra todo aquel que ofenda a Chile, un bullying simpático y original que puede sacar de un aprieto si no se le ocurre qué cocinar.