Mejores palabras
Gamper afirma que también hay una devaluación de la palabra producto de una inflación. Smartphones, redes sociales y un populismo simplificador contribuyen 'a la acumulación, fugacidad y carácter efímero de lo que se dice y se escribe. Los ciudadanos deben hacer frente a una cantidad ingente de mensajes que se han vuelto indiferentes e indistinguibles'".
Por estos días de febrero, asociados a jornadas de descanso para quienes pueden disfrutar o de una menor intensidad laboral para aquellos que no se pueden desconectar del todo, la lectura veraniega surge como una gratificante compañía, que nos permite cavilar y estimular la imaginación, gozando aquel libro pendiente o la novedad del momento.
Los nobles libros tienen preciadas virtudes sobre nuestro intelecto y, por ende, el actuar humano. Particularmente, considero que los ensayos son una manifestación estimulante de la potencia reflexiva llevada a un texto. De hecho, cuando logramos tener los tiempos para deleitarnos con esos aportes, se constituye en una significativa experiencia y orientación.
En 2019, se publicó el libro del profesor de Filosofía Política de la Universitat Autónoma de Barcelona, Daniel Gamper, Las mejores palabras, ganador del premio Anagrama de Ensayo. Para quienes pudimos estudiar en la Autónoma de Barcelona, el profesor Gamper era un conocido referente en la investigación de la democracia, el liberalismo y la religión, junto con ser un notable traductor de Nietzsche y Habermas.
Por eso, no dudé en poder acceder a este libro, el que atesoré de inmediato. Cada año que pasa, mi impresión es que su aporte se incrementa y actualiza, lo que distingo mejor en estos días de tranquilidad. No es extenso, 157 páginas escritas con claridad y comprensibles para cualquier lector que considere que las palabras, así como sus formas y los contextos en los que habitan, entre ellos el silencio, son importantes para nuestra convivencia democrática y la libertad de expresión.
De hecho, el ensayo profundiza en que la democracia necesita de palabras que circulen sin obstáculos, que mantengan a salvo el vínculo de la representación, para que en el espacio público se marginen las que amenazan con la disgregación social. En los nuevos escenarios comunicacionales impuestos por las redes sociales, el profesor Gamper considera que, raramente, se cultivan con esmero las palabras, pues se las deja crecer sin control, permitiendo que se impongan las más feroces.
El libro nos recuerda que las palabras públicas están perdiendo valor, así como la verdad y la mentira ya son indistinguibles. En este sentido, el ruido lo envuelve todo, propio de cómo estamos sometidos de manera implacable a la interacción comunicativa electrónica. La comunicación está amenazada de asfixia, señala, pues carece de oxígeno, el silencio, sin el cual no es posible la combustión.
Uno de los grandes mensajes del ensayo es que se debe reivindicar con convicción la libertad política de hablar o callar, pues solo voluntariamente, sin coacciones, se emiten las mejores palabras. Surgen muchas preguntas que van teniendo un pertinente desarrollo: ¿Qué otras circunstancias favorecen el aparecimiento y la transmisión de las mejores palabras? ¿Es posible preservar las palabras íntimas de la vulgarización pública? ¿Qué tipo de actividad es la escucha?
Para lo que será un 2025 de muchas disputas en lo público, es importante tener en consideración que "se ha consolidado una nueva libertad, la de afirmar y negar simultáneamente la misma cosa, la de contradecirse y decir cualquier cosa (…) La verdad se ha devaluado y cotiza a la baja en el mercado de las apariencias. La política se sirve de la palabra para ocultar la realidad".
Gamper afirma que también hay una devaluación de la palabra producto de una inflación. Smartphones, redes sociales y un populismo simplificador contribuyen "a la acumulación, fugacidad y carácter efímero de lo que se dice y se escribe. Los ciudadanos deben hacer frente a una cantidad ingente de mensajes que se han vuelto indiferentes e indistinguibles".
Pero si la palabra se está devaluando, reflexiona, es porque tiene valor. "Mediante ella accedemos a nosotros mismos y a los demás. Es la expresión más elevada de nuestras capacidades simbólicas, el canal principal del conocimiento. Es el vínculo que nos une". Que las mejores palabras se articulen en estos días para lo que viene, con un buen libro junto a nosotros. 2
Doctor en Comunicación
Director Escuela de Periodismo
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
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