"En el Frente Amplio hay gente un poquito subida por el chorro, que se siente superior a los viejos"
El excandidato presidencial que alcanzó la segunda vuelta en 2017 y fue derrotado por Sebastián Piñera, Alejandro Guillier, vuelve al primer plano político con su mira puesta en el Senado por la Región de Valparaíso, apoyado por el Partido Radical. De hecho, el diputado de ese partido por la región, Tomás Lagomarsino, fue clave en su decisión de pasar a la acción.
- ¿Qué certezas tiene sobre su eventual candidatura senatorial por la región?
- Por ahora estoy recorriendo la región, las ciudades grandes, las medianas, los pueblos, pequeñas localidades. La semana pasada estuve en Quintay, por ejemplo, con los pescadores. He estado observando y escuchando a la gente sencilla, al trabajador, trabajadoras, dirigentes sindicales. No a la dirigencia, sino más bien a la gente sencilla, para hacer un buen diagnóstico de la región y trabajar en torno a un conjunto de propuestas que apunten a los problemas de la gente, pero también a potenciar una región donde hay bastantes conflictos y frustraciones no resueltas. En eso estoy, mientras se alinean los pactos, los partidos hacen lo suyo, y definen si van a ir en listas comunes o no.
- ¿Cuánto ha cambiado políticamente el país desde esa segunda vuelta presidencial de 2017?
- Mirado desde la gente, que es donde me he situado, noto cierta frustración. La mayoría de la gente pensó que este iba a ser un gobierno de grandes reformas y al final se fue diluyendo por apuestas equivocadas. Se apostó todo a ganar el plebiscito, la nueva Constitución y a creer que Chile se construye de arriba hacia abajo, lo que es un profundo error. Se pensó un diseño equivocado que terminó hipotecando el proyecto de reforma. Y eso fue lo que le abrió a la derecha el apetito, al ver la frustración que hay y que ahora quieren canalizar, pero ofreciendo algo que no me queda claro qué es.
Región insatisfecha
- De su recorrido por la región, ¿qué temas y preocupaciones rescata?
- En la región hay mucha gente insatisfecha. En el interior, por ejemplo, se sienten el patio trasero de la región y recelan de las ciudades portuarias. San Antonio recela de Valparaíso. No hay un proyecto común y compartido, pese a que hay un enorme potencial y una nostalgia que sigue viva, por lo que fue la región y lo que fue particularmente el puerto de Valparaíso.
- ¿Qué otros temas serán su foco?
- Creo que hay que trabajar los procesos de desalinización de agua de mar, porque la sequía viene, el cambio climático es un hecho, y este tema ya se está abordando en algunas comunas que están un poco más angustiadas en la parte norte de la región. En Antofagasta, el 80% de la población tomamos agua de mar desde hace 15 años o más. Entonces, en Valparaíso no nos podemos seguir quedando atrás. Después tenemos, obviamente, un montón de problemas en transporte y de conectividad. Está el tema de la seguridad o el comercio ambulante que cada día se extiende más en ciudades grandes como Valparaíso o Viña. Uno puede entenderlo cuando hay dos o tres familias que no tienen posibilidad de acceder a otras actividades, pero lo complejo es cuando se toman las calles. Detrás de eso hay mafias que se toman las calles.
- ¿Qué factores explican todos estos conflictos en la región?
- Es un problema de diseño político. Primero, el excesivo centralismo. Como te decía, la gente de San Antonio recela de Valparaíso y Valparaíso recela de Santiago. Se reproduce esa relación metrópoli-satélite. Acá todo se resuelve en Santiago y, por consiguiente, las regiones vamos a pérdida. Nosotros tenemos que descentralizar el país, que es un tema que está en un punto crítico. Ya no se pueden resolver los problemas en las regiones como si Chile fuera un país homogéneo. Y la respuesta pasa por descentralización, por descentralización tributaria, y que los impuestos que se generan queden en la ciudad, la comuna, en la región. La gente tiene que ver que el progreso le llega.
- Precisamente, el gobernador regional, Rodrigo Mundaca, es uno de los principales críticos del centralismo.
- Con el gobernador tengo temas en común y coincidimos en la necesidad de descentralización. Para mí, la descentralización es el comienzo de la reforma más importante del Estado chileno. Un Estado moderno, pero descentralizado, con participación ciudadana. No un Estado descentralizado, pero burocrático. En eso coincidimos con el gobernador, y también coincidimos en el desarrollo desde el territorio. Cada región de Chile tiene los mismos problemas, pero con urgencias y soluciones distintas.
Crítica al frente amplio
- ¿Tiene alguna cercanía con el Frente Amplio y con este gobierno?
- Para ser bien sincero, no he tenido mucho contacto con este gobierno. La razón no la sé. Sé que en el Frente Amplio hay gente bien intencionada, gente buena, pero que está un poquito subida por el chorro y siente cierta superioridad frente a los viejos. Y perdónenme, pero cuando el Frente Amplio estuvo en un lío, los viejos tuvieron que salir a ayudarlos, porque corrían el riesgo de entrar en una situación crítica. Yo soy de los que cree que la política no es un problema de jóvenes ni de viejos, sino de gente preparada y con experiencia, que conozca el Estado. Energía juvenil combinada con la experiencia de las personas mayores.
- ¿Le gusta la idea de participar de un bloque de continuidad de este gobierno?
- La continuidad no me gusta, porque el balance que la gente tiene de este gobierno es pobre. Eso no basta. Hay que ofrecer algo mejor. Más realista, más aterrizado, con una actitud menos soberbia, más de escuchar y gobernar con la gente. Se requieren nuevos estilos, con una alianza, con una propuesta del gobierno muy clara, de reformas, de profundizar políticas públicas, pero con más eficiencia. Y eso es lo que puede dar un campo común para un acuerdo amplio. Veo que estamos más preocupados de los candidatos que de dejar claro para qué queremos ganar.
"Para mí, la descentralización es el comienzo de la reforma más importante del Estado chileno".