RELOJ DE ARENA Visitas, para todos los gustos
Hay visitas oportunas, inoportunas, gratas, esperadas o complicadas… En fin, lo que se da en las relaciones personales también se da en las relaciones internacionales con protocolos y problemas de diverso calibre.
En lo internacional, Chile ha tenido visitas de importancia que han significado gran responsabilidad. Caso de Charles de Gaulle, protagonista de la escena internacional que se ganó peligrosos enemigos. Su presencia en Chile significó una carga para nuestro Gobierno. El legendario general parecía disfrutar al exponerse a los proyectiles homicidas.
Nuestro país comienza a figurar en los itinerarios internacionales en 1887, con la visita del pretendiente al trono de España Carlos de Borbón y Austria-Este. El duque de Orleans, pretendiente a la Corona de Francia, visitó sigilosamente Chile en compañía de una agraciada damita que no era su esposa.
El 18 de noviembre de 1920, en medio de tensiones políticas cuando llega al poder Arturo Alessandri Palma, arriba al país a bordo del acorazado "España" el príncipe Fernando María de Baviera y Borbón. El Rey Alfonso III lo envió a Chile a inaugurar en Punta Arenas el monumento a Magallanes al celebrarse cuatro siglos del descubrimiento del Estrecho.
La nave con el príncipe recaló en Valparaíso. Maratón de homenajes en su honor. El subsistente Palacio Rioja fue su residencia en Viña del Mar, acogido por su propietario el banquero Fernando Rioja Medel, español de nacimiento. Cumplió con su misión austral y retornó al centro del país, Santiago y de nuevo Valparaíso y Viña del Mar. El programa se alteró. El "España" varó en el traidor Canal de Chacao. El príncipe debió permanecer acá matizando su estadía con un viaje a Buenos Aires para volver a Chile y, finalmente, emprender su regreso a la madre patria en marzo de 1921, a bordo de la nave reparada en astilleros de Talcahuano.
Agradeciendo las atenciones recibidas a modo de despedida comentó:
- "Lo he pasado muy bien. El viaje es muy interesante. Me encuentran más gordo…".
EL PRíNCIPE DE GALES
En febrero de 1931 nos visita el famoso Príncipe de Gales, Eduardo, 37 años, junto a su hermano menor, Jorge de Kent, de 28. Empujones y tironeos por asistir a los actos programados en homenaje de quien sería el Rey de Inglaterra. 1.200 personas, estrictamente seleccionadas, asisten al dinner dansant, programado en el Casino de Viña del Mar. Damas la socialité fueron pareja de baile de los reales hermanos. Fuera de protocolo, Eduardo, quien sería leyenda por elegir el amor en vez del trono, visitó la Casa Columbia, calle Esmeralda de Valparaíso, donde compró varios discos, esos de acetato. Se interesaba por grabaciones de los Cuatro Huasos y por el filosófico tango "Yira Yira". Los hermanos dejaron Valparaíso con un espectáculo que concentró a miles de personas. Partieron desde la bahía en un hidroavión que los llevaría a Santiago y luego en tren hasta Osorno para pasar por tierra a Bariloche.
La corriente de visitantes sigue con destacadas figuras como la Reina Isabel, el Presidente de los Estados Unidos Bill Clinton y el Papa Juan Pablo II, entre otros.
COMPLICACIONES POLíTICAS
Pero hay visitas complicadas y polémicas por sus alcances políticos. Así ocurría en febrero de 1953 con la visita del entonces Presidente de Argentina Juan Domingo Perón. Llegaba con malos antecedentes. En 1938, siendo agregado militar de Buenos Aires en Santiago, había sido expulsado del país al ser sorprendido copiando, por cochinos 75 mil pesos, planes de movilización de las Fuerzas Armadas de Chile en un posible conflicto con Argentina. De yapa, 25 mil, un análisis de las últimas maniobras militares nacionales.
El tiempo es buen detergente. Todo lo borra. En 1953 fue invitado a Chile por el entonces Presidente Carlos Ibáñez, quien tenía simpatías por el mandatario trasandino. Además, el peronismo tendía lazos hegemónicos buscando especialmente influencia en sectores laborales chilenos. Argentina, en esos años, era un país próspero, admirado por algunos.
Pero había fuerte resistencia interna a su presencia en Chile y las posibilidades de una integración del país con Argentina inquietaban a Brasil.
Perón, con generosa insolencia, declaraba:
- "Le regalaremos a Chile la carne y trigo que el pueblo necesita… Estoy dispuesto a aceptar que Chile se anexe a Argentina. Lo principal es la unidad".
Esas declaraciones, siempre ocurre, fueron desmentidas y por publicarlas pagó con su cabeza José Dolores Vásquez, director del diario de Gobierno "La Nación".
La visita transcurrió sin problemas con homenajes encabezados por el Presidente Carlos Ibáñez y con reiteradas acusaciones opositoras.
La visita duró 7 días, breve, en contraste con otra que desató profundas pasiones, la de Fidel Castro en 1971 que duró 23, desde el 10 de noviembre al 2 de diciembre. El Presidente Salvador Allende fue su anfitrión a lo largo del país, mientras Castro insistía en su prédica revolucionaria.
Tal vez en privado daba algunos consejos al Presidente chileno, quien por protocolo apoyaba la larga permanencia de Castro en Chile, que tenía como fondo hechos de violencia en campos y ciudades, intentos de silenciar la prensa opositora y de controlar la Papelera que abastecía a los medios escritos nacionales.
Fidel Castro se despidió de Chile declarando:
- "Regresaré a Cuba más revolucionario, radical y extremista de lo que vine".
El resto es historia conocida y hay que concluir que esto de las visitas da para todo.
En estos días nos visita la Princesa de Asturias Leonor de Borbón, primera en la línea de sucesión del trono de España. Viene como guardiamarina del buque escuela "Juan Sebastián Elcano". Integra un grupo de futuros oficiales en un plan de instrucción en las Fuerzas Armadas hispanas.
En la recalada de la nave en Punta Arenas, como una joven normal, 19 años, estuvo en una disco, donde fue fotografiada. Y como visitante normal visitó la Zona Franca. Cámaras por aquí y por acá la captaron y las imágenes, especialmente aquellas de la Zona Franca fueron universalmente difundidas en la "aldea global" que habitamos.
Berrinche de La Moncloa y denuncia ante el Ministerio Público. Difusión de imágenes privadas sin consentimiento. En fin, las imágenes no tienen nada de malo, salvo ser expresión de consumismo.
Expertos sostienen que la acción de la Justicia no tiene destino. Y tal vez para bajar el perfil a la denuncia, ligada a las siempre presentes amenazas a la libre expresión, la Armada Española difundió imágenes de Leonor a bordo del buque escuela realizando tareas propias de su jornada de adiestramiento.
Con todo, estamos abiertos a nuevas visitas y sus complicaciones.