RELOJ DE ARENA Entre el piano y la gasfitería
El pasado 29 de marzo se celebró el Día Mundial del Piano. ¿Por qué? Esa fecha corresponde al día número 88 del año, el mismo número de teclas que tiene el piano. La celebración fue idea del músico alemán Nils Fraham, quien instituyó la fecha el año 2015, destacando la jerarquía del piano como el Rey de los Instrumentos.
El piano fue creado a principios del siglo XVIII por el artista italiano Bartolomeo Cristofori, basándose en otros instrumentos de cuerda como el clavicordio, el monocordio y el clavecín. Con los años se fue perfeccionando y surgieron importantes fabricantes especialmente en Europa, llegando hasta las versiones actuales, muchas de oriente, que utilizan la electrónica.
El piano, finalmente, es el resultado de la artesanía, el diseño y la ingeniería, llegando a ser un instrumento dominante en la música, en los escenarios y hasta en los hogares, donde eran centro de atención y de reunión antes que apareciera el fonógrafo, la radio, la televisión o las plataformas digitales que nos entregan música a pedido.
En la creación de obras para piano destacan gigantes de la cultura universal como Mozart, Chopin, Bach, Debussy o Beethoven, entre muchos. En la interpretación, por otro lado, tenemos grandes figuras internacionales y nacionales, con Claudio Arrau en primer plano, además de Rosita Rernard, Roberto Bravo y Alfredo Perl.
Arrau desde niño llamó la atención por su talento. Avanzó en sus estudios con destacados maestros hasta llegar a los grandes escenarios.
En sus incursiones nacionales aparece su presencia en Valparaíso, donde un grupo de aficionados a la música esperaba con interés la actuación del joven pianista. Era una casa del cerro Alegre, calle Miramar 424, donde se celebraban semanalmente, desde 1918, tertulias musicales en las que participaban aficionados y también destacados profesionales.
Organizaba esas reuniones el conocido empresario Antonio Antoncich, entusiasta intérprete del violín y propietario de una importante colección de instrumentos musicales.
El invitado de ese día, 19 de mayo de 1924, era el intérprete, de sólo 21 años, Claudio Arrau León, reconocido ya por la exigente crítica europea y discípulo de importantes maestros alemanes.
Arrau interpretó temas de Schubert, Mozart, Strauss y Schönberg. Comenta Antoncich en el diario que mantenía sobre sus citas musicales:
- "En el concierto de Mozart (Concierto en Re) tocó el piano Claudio Arrau. ¡Magistral! Tocó después una obra de Schönberg: ultra modernista, de difícil comprensión. Ejecución admirable".
Lógica admiración de este fanático de la música por quien era discípulo del famoso maestro alemán Martin Krause, que dio a nuestro pianista las claves para llegar a la cumbre en la interpretación de la obra de Liszt, de quien era su sucesor.
Tras esta actuación ante un reducido pero selecto público porteño, Arrau sigue en ascenso y viaja Europa y es nombrado profesor del Conservatorio Stern, en Berlín, el más importante del Viejo Continente. El resto de su exitosa trayectoria es universalmente conocida y es el resultado de años de esfuerzo y estudio junto al tradicional piano, compañero de toda su vida.
Ahora, justamente cerca de este Día Mundial del Piano, hace noticia el destacado intérprete nacional Alfredo Perl, residente en Alemania, quien estrenará el flamante piano del Teatro Municipal de Punta Arenas marca Bechstein. El instrumento fue donado a la ciudad por empresarios privados. Su valor es de 100 mil euros.
Pero junto a este instrumento de reconocida marca -Franz Liszt tuvo uno- subsisten a lo largo del país gran cantidad de pianos, verticales, de cola o media cola, que con sus notas fueron y siguen siendo centros de atracción.
Comenzaron a llegar al país a mediados del siglo antepasado, importados por las empresas porteñas Gunter, Duve, Kirsinger y Cía. y Niemeyer e Inghirami. Y junto con la difusión nacional del instrumento surgió la inquietud por la ejecución en instituciones y en muchas familias donde los niños - a veces a la fuerza para lucirlos ante la visitas- tenían estudios de piano. Pero así también brotaban los talentos precisamente como Arrau.
En esa onda artística, el Circulo de la Prensa de Valparaíso, institución pionera sobreviviente fundada en 1923, tenía uno vertical en su salón de actos de calle Aldunate. Un incendio consumió la sede y ese buen piano fue combustible del siniestro. También, hace algún tiempo la hermosa casa Antoncich fue víctima de un siniestro. Posiblemente ya no estaba el piano y sólo vagaba por pasillos y habitaciones el espíritu selecto de su antiguo propietario.
Lo prosaico
Esto de "los días" da para todo, lo humano, lo divino y lo prosaico. Así, el pasado 11 de marzo, en Países Bajos, Europa, se celebró el Día Mundial de la Fontanería. Traducido al chileno, se celebró el Día Mundial de la Gasfitería.
Fontanería, término español, conocido en algunos países como plomería. En Chile hablamos de gasfitería, expresión originada el siglo antepasado por el trabajo de aquellos operarios que instalaban las cañerías primero de gas, 1863, y luego de agua potable en Valparaíso. Gas, por el producto que conducían, y fitter, ajustar en inglés.
La celebración es justificada por la importancia de los fontaneros, nuestros gásfiter, en el cuidado del medioambiente y de aquel escaso recurso que es el agua. En Países Bajos el trabajo de esos profesionales es muy bien remunerado y los más calificados llegan a los 4 mil euros mensuales. Se inician con modestos 2.400. Multiplique usted por mil.
Ejercen en ese territorio 11 mil profesionales de la llave inglesa y la demanda va en aumento. Claro está que no se trata de poner un letrero y ofrecer el servicio.
El fontanero debe tener estudios especializados o bien homologar conocimientos logrados en el exterior. La escasez de agua está siendo atacada seriamente en Europa y la meta es reducir el consumo de 125 litros por persona a 100. Pero el tema no es sólo ahorro, sino que el beneficio sanitario de buenas redes para las aguas de consumo y también del manejo de las aguas grises, incluyendo el reciclaje. Así, en múltiples frentes la tarea del fontanero resulta esencial.
¿Lo entendemos así en este rincón del fin del mundo? Siendo sinceros, hay que señalar que el gásfiter tiene una mala imagen originada en múltiples desaciertos de aquellos que improvisan y nos someten a la esclavitud de la gotera. El "fitter", ajustar, muchas veces no resulta y las pérdidas de agua son enormes.
Injusticia tal vez, pero faltan más profesionales calificados, con tarifas razonables. Muchas veces el maestro aquel cobra altos valores y sólo improvisa y se queda en los simples cambios de suela o en parches, pero sobrevive la eterna gotera.
Medio en serio y medio en broma, se dice que, en este país, nuestro país, es más fácil encontrar un buen cardiólogo que un buen gásfiter. Es una realidad. El dato de un buen fontanero es apreciado y compartido entre los amigos y familiares. Se agradece.
Hace años, en el edificio de este Diario, Esmeralda 1002, vandalizado por animosos octubristas, había un diestro gásfiter, el maestro Lucero. En su tiempo libre debía dar hora a miembros del personal que tenían urgencias hídricas que nadie había logrado resolver. Hay que reconocer que se avanza en la capacitación de estos trabajadores, pero, igual que en Europa, son insuficientes ante una creciente demanda.
Pianistas e intérpretes, depositarios de la cultura. Gásfíter, responsable en terreno, en el día a día, de cuidar el maltratado medioambiente.