Lo barato sale caro
El problema era que esas mismas barras que los políticos condenaban públicamente eran las que les servían en campaña para defender las palomas, acarrear bombos y gente. Les regalaban pasajes, entradas, y contrataban como fuerzas de choque".
A inicios de los noventa, Danilo Rodríguez, un hincha de Unión Española de tan solo 17 años, fue golpeado por hinchas de Colo Colo a las afueras del Estadio Monumental y falleció después de agonizar varios días en el hospital. La noticia conmocionó a la opinión pública y dio inicio a la discusión que generó la Ley de Violencia en los Estadios.
Las intenciones eran buenas, el problema era que esas mismas barras que los políticos condenaban públicamente eran las que les servían en las campañas para defender las palomas, acarrear bombos y gente en las puestas en escena. A los mismos a quienes trataban de delincuentes frente a los micrófonos y las cámaras, les regalaban pasajes, entradas, lienzos y contrataban como fuerzas de choque. Por estas razones, la ley que estaba llamada a acabar con la violencia en los estadios no funcionó.
Apareció entonces la idea de Estadio Seguro. El primer gobierno de Sebastián Piñera puso al mando a Matías Eguiguren para que replicara el modelo inglés que acabó con los temidos Hooligans y permite que, hasta el día de hoy, los partidos de la Premier League se jueguen sin rejas y con los jugadores a pocos metros de los hinchas. El sistema, que incluía reconocimiento facial, huellas dactilares y torniquetes, requería una inversión de 60 millones de dólares que los clubes no estuvieron dispuestos a financiar. Bastaba que se destinara un 5% de la venta del canal de fútbol y se podía implementar el plan, pero la ANFP y el Estado lo encontraron muy caro, provocando la renuncia de Eguiguren.
Era más barato un sistema a la chilena, un registro de cédulas, torniquetes móviles y guardias civiles en vez de carabineros, lo que en teoría era lógico. ¿Por qué las fuerzas del Estado debían hacerse cargo de un espectáculo de los privados? El problema, sin embargo, era que el perfil de las barras fue "involucionando" hasta transformarse en bandas de delincuentes, pinos que buscan un lugar de liderazgo dentro de una barra dominada por el mundo narco. Por esta razón, por ejemplo, Estadio Seguro perdió la batalla contra los lienzos. Lo que para Estadio Seguro era un paño que ensuciaba el espectáculo, para aquellos era un símbolo de poder que no están dispuestos a sacar.
De esta forma, cada una de las medidas que se han implementado han alejado al público decente de los estadios, amargado la existencia a los que insisten con ir y han hecho vista gorda de quienes van a delinquir. Varios hemos sido víctimas de largas filas, revisiones exhaustivas, verificaciones de identidad y tener que deshacernos de un paraguas, el diario o una botella de agua. En forma paralela, vemos cómo los barristas amenazan a los guardias, pasan con los carnets de otras personas e ingresan fuegos artificiales con los menores de edad que no pueden ser revisados.
Los mismos carabineros evitan hacerse problemas. Aunque en la práctica hay muchos que no deberían entrar, las fuerzas policiales prefieren tenerlos semi controlados adentro que provocando destrozos afuera del estadio.
Sin embargo, cuando el partido es de alta convocatoria, ninguna de esas técnicas resulta y hay que recurrir al "reventón". Esto es, esperar a que el partido esté a minutos de empezar y lanzarse en masa contra la puerta para hacer colapsar el sistema y entrar sin controles ni entradas al estadio. En esa acción y en circunstancias que se están investigando, perdieron la vida dos jóvenes de 13 y 18 años en las afueras del Estadio Monumental.
Es imposible hacer historia de ficción, pero es interesante preguntarse qué habría pasado si hace 15 años se hubiera dado curso al plan de Matías Eguiguren. Quizás la violencia en los estadios no se habría acabado del todo, pero lo más seguro es que el fallecimiento de estos dos jóvenes se podría haber evitado. Esperamos que, esta vez, no ocurra lo que con Danilo Rodríguez y que sus muertes no sean en vano. 2
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