La "ternura" de Gabriela Mistral vuelve a la palestra al celebrar los 80 años de su Nobel
Es un concepto no sólo recurrente en su poesía, sino también en su pensamiento pedagógico. Dos áreas que serán reconocidas en los festejos, así como su rol consular.
"Estaba sola en Petrópolis, en mi cuarto, escuchando en la radio las noticias de Palestina. Después de una breve pausa en la emisora se hizo el anuncio que me aturdió y que no esperaba". Así fue como Gabriela Mistral se enteró de que era la ganadora del Premio Nobel de Literatura el 15 de noviembre de 1945, según le relató a su amiga Matilde Ladrón de Guevara.
Tres días después se embarcó para Estocolmo en un vapor sueco para así poder participar en la ceremonia del reconocimiento, el 10 de diciembre de ese año, el cual le fue entregado por el Rey Gustavo, transformándose así en la quinta mujer en obtener el Nobel, pero la primera latinoamericana y, por cierto, la única hasta ahora.
La propia autora relevó este hecho en su discurso de aceptación: "Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana América ibera para honrarla en uno de los muchos trabajos de su cultura. El espíritu universalista de Alfredo Nobel estaría contento de incluir en el radio de su obra protectora de la vida cultural al hemisferio sur del Continente Americano tan poco y tan mal conocido".
"Por una venturanza que me sobrepasa -continúa- soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenarias".
Detrás del Nobel
Jaime Quezada, poeta y estudioso de la vida y obra de la escritora originaria de Vicuña, describe la poesía de Mistral como "tan sencilla y simple como andar caminando por los huertos de su Valle de Elqui. Quiero decir, una poesía familiar, cotidiana, luminosa y alucinadora. Poesía por sobre todo cargada de intensidad y de sentido humano que conlleva un acercamiento al prójimo y una enseñanza cotidiana de vida. Y, en especial, poesía lírica inspirada en poderosas emociones, como fundamentó la Academia Sueca".
"Esa poesía lírica y esas aspiraciones idealistas, pero críticas y denunciantes, importaron fundadamente a la Academia Sueca para otorgarle el Premio Nobel de Literatura en ese año que terminaba la Segunda Guerra Mundial (1945). Su Premio mismo vino a ser también, sin duda, un premio de paz", dice.
Para Consuelo Díaz, académica de la Escuela de Literatura Creativa UDP, "este tipo de reconocimientos siempre tienen una connotación política: dialogan, evidencian y, a veces, silencian el acontecer histórico-político del mundo. El Nobel que la Academia Sueca le otorga a Mistral no sólo destaca su escritura impecable, también delata tensiones propias del momento".
"Recordemos que Mistral, tras conocer la noticia de esta condecoración, explica que 'este logro se debía a que la Academia había optado por una tercera vía ante la disyuntiva entre Jorge Luis Borges y Alfonso Reyes'. Si lo leemos desde este presente: ¿cómo desempatamos esta disputa entre dos grandes varones de las letras latinoamericanas? A través de la conciliadora figura maternal que encarna la profesora del Valle del Elqui", explica.
"Incluso lo menciona (Hjalmar) Gullberg, secretario de la Academia Sueca de ese entonces, en el discurso de entrega del galardón: 'Gabriela Mistral proyectó su amor maternal sobre los niños a los cuales instruía. Para ellos había escrito sus sencillas canciones y esas rondas (…) Para rendir homenaje a la rica literatura iberoamericana es que hoy nos dirigimos muy especialmente a su reina, la poetisa de Desolación, que se ha convertido en la grande cantadora de la misericordia y la maternidad'", detalla la académica.
"El porqué la Academia le dio el Nobel está en las palabras de quien le entregó el premio, el porqué merece ser reconocida hasta el día de hoy y trascender a lo largo del tiempo, está en su poesía", destaca Consuelo Díaz.
Reconocimiento
Extrañamente el Nobel le llegó a la poetisa, nacida bajo el nombre de Lucila Godoy Alcayaga, antes que el Premio Nacional de Literatura, que recién le fue entregado en 1951.
Quezada es taxativo al respecto: "Sin el Premio Nobel, a Gabriela Mistral nunca le habrían dado el Premio Nacional de Literatura en Chile, y seis años después de aquel. Fue más bien un 'reconocimiento' casi forzado y vergonzoso para cubrir el ninguneo chilensis".
"A ella, que estaba ya en la gloria, le importó bien poco. Ni siquiera supo oficialmente, a no ser por cartas de algunas amigas. Además, América y el mundo europeo bien la conocían por su obra publicada precisamente en el extranjero (Nueva York, Madrid, Bs. Aires) y su nombre era 'un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano'", sostiene.
¿Ha sido poco reconocida en Chile? "A nuestra Gabriela Mistral siempre se le ha dado relevancia, en especial durante estas últimas décadas, pero una relevancia de estatuas y mármoles nada de estéticos, y más que nada en un todo, en un sacar a flote y a páginas llenas aquellos 'recovecos' personales o íntimos de su singularísima vida como mujer chilena y del mundo", responde Quezada.
"¿Y sus libros?, me pregunto yo", medita. Desde su perspectiva, a Mistral hay que "leerla a libro abierto. Es un acto de salud espiritual y literaria, es una limpieza de mundo, ese mundo que ella describe como nuevo y motivador, o visto por primera vez".
"En su poesía o en su prosa, esa poesía de Desolación a Ternura, o esa prosa de sus recados sobre Chile o de las materias más diversas, es una lección cotidiana de gozo o de placer no solo lecturalmente por su escritura tan singular en ella sino, además, porque conlleva un encantamiento tan singular de su poesía y de su prosa".
El releerla "me parece muy relevante, pues a nuestra Mistral hay que leerla y leerla bien, con los cinco o más sentidos muy latentes, pues su verso es una especie de granada -la madre granada, dice ella- fresca y luminosa que se abre contagiosa y resplandeciente. A eso gozo lectural se agrega el buen pensar reflexivo sobre las más diversas cosas y criaturas de este mundo".
diversas aristas
Las celebraciones por este aniversario comenzaron el pasado lunes 7 con un acto en el Palacio de La Moneda, dedicado a niñas y niños, y luego otro en Vicuña, ciudad natal de Mistral, con la participación de la Orquesta Filarmónica La Antena, que musicalizó poemas de Gabriela Mistral.
"Sin duda ha sido un gran desafío y responsabilidad", reconoce Carolina Arredondo, ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio sobre lo que ha sido este proceso de armar los festejos, pues "estamos hablando no sólo de la más grande poeta de Chile, sino que la más grande de Latinoamérica y una de las más importantes del mundo".
"Como Ministerio de las Culturas, las Artes y Patrimonio nos propusimos diseñar una conmemoración a la altura de las circunstancias, que se centra en las múltiples dimensiones de Mistral: su poesía, su visión educativa, su lucha por la equidad, su amor por la naturaleza y el territorio, y su dimensión diplomática", comenta.
"Eso -continúa- junto con tomar una obra póstuma, no muchas veces considerada, como el Poema de Chile, que es tan representativa de su vínculo con todo el territorio nacional, para iniciar esta primera etapa conmemorativa bajo la pregunta: "¿Qué será de Chile en el cielo?". Y, con ella, invitar a la ciudadanía a reflexionar acerca de nuestra identidad, historia y el legado de alguien que nos ha marcado tanto como Gabriela Mistral".
"Esta conmemoración ciudadana es justamente eso: que la propia comunidad comparta sus actividades en GabrielaMistral80.cl, en los más variados formatos y para los más diversos públicos, como una manera de honrar a Gabriela Mistral, pero también de darle un lugar en la vida de las personas, en el horario y de la forma que más les acomode", sostiene la Secretaria de Estado.
Flor Arbulú Aguilera
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