LA PELOTA NO SE MANCHA ¿Cuándo se jodió Colo Colo?
POR WINSTON POR WINSTON
Lo que más me gusta es escribir columnas divertidas, irónicas, juguetonas. Sin embargo, no siempre es posible. En ocasiones, la realidad nos empuja y obliga a que nos hagamos cargo de ella. En este caso, la muerte de dos jóvenes en la entrada al estadio Monumental, antes del partido que iba a disputar Colo Colo por la Copa Libertadores, impide que pueda dar curso a la alegría y, por el contrario, hace imperativo tener una opinión al respecto. En esta oportunidad, quiero centrarme en este club que está próximo a cumplir su centenario. Y como el protagonista de la novela de Vargas Llosa que se pregunta ¿en qué momento se jodió su país?, cabe reflexionar ¿en qué momento se jodió Colo Colo? ¿Por qué desde hace un tiempo empezamos a asociar a este equipo solo con la violencia del lumpen y los conflictos de sus dirigentes?
Los inicios fueron duros, pero promisorios. Es bien conocida la historia de los hermanos Arellano, Alberto y David, que, molestos con el curso que estaba tomando su club Magallanes, decidieron fundar uno propio. El primer dato interesante es que la mayoría de ellos eran profesores. Estudiosos y educados, por esto mismo su objetivo era transformar el fútbol chileno, hacerlo "científico". Esto era seguir los estándares internacionales de aquellos equipos extranjeros que, además de tener entrenamientos regulares, practicaban jugadas y se preparaban para sus encuentros.
Lo segundo es que el nombre no es, aunque parezca, sinónimo de guerra e insurgencia. Colo Colo era el más sabio de los mapuches, se destacaba por el intelecto y no por guerrear, a diferencia de lo que la mayoría supone a partir de la insignia. En tercer lugar, hay que insistir en la integridad de sus fundadores. Tal como mencioné: profesores, estudiosos y dedicados; parte de aquella clase media que pudo acceder a una buena educación a inicios del siglo XX. En una imagen que hoy parece caricaturesca, la gira que hicieron a Europa fue, además de un tour deportivo, un viaje de estudio en el sentido literal de la palabra. Junto con los estadios y recintos deportivos, conocieron escuelas y museos. Así, hasta que la lesión fatal del joven David truncó sus sueños.
Pero no solo esta historia sitúa al club en otro nivel. Colo Colo estuvo en la final con Magallanes en la primera versión del campeonato profesional en 1933. Cuatro décadas más tarde, alcanzó el segundo lugar en una Copa Libertadores con un equipo con figuras emblemáticas como Carlos Caszely y Francisco Valdés. Y, en 1991, esta misma institución unió a todo un país cuando al fin se alcanzó la Copa Libertadores, bajo la dirección del disciplinado Mirko Jozic.
Por todos estos antecedentes da pena ver cómo, después de cien años, Colo Colo hoy sea sinónimo de problemas y conflicto. Y no me refiero solo a la que vemos afuera de la cancha y en el mismo estadio ¿o ya se olvidó que hace un par de semanas los actuales propietarios del club se agarraron a pelear en una junta del directorio? Si esos son sus dirigentes, qué queda para el resto.
Hoy se cuestiona que el partido de Colo Colo se haya jugado luego de conocerse el fallecimiento de los jóvenes, y el ingreso de los hinchas a la cancha se justificaría como un acto de rebelión frente a la indolencia. Sin embargo, suspender un partido con el público ya sentado en sus gradas podría haber generado un problema mayor; asimismo, los delincuentes que entraron no se veían muy conmovidos, de otra forma, no se entiende que paralelo a las protestas se hayan tomado fotos en la cancha.
El gran problema es que hoy estamos entrampados: si dependiera de Carabineros no se jugaría ningún partido. Lo mismo para las autoridades, un escándalo les puede costar el puesto, tal como le ocurrió a la política a cargo de "Estadio Seguro". Lo mismo para los dirigentes que, por la exigencia de la ley, deben combatir la delincuencia con guardias privados, gente como usted o como yo, cuya única defensa frente a narcos y lanzas es un chaleco amarillo.
Quizás la solución sea suspender todo, terminar con el fútbol de la misma forma como se acabó con las peleas de gallos y las corridas de toros. Que se juegue, pero de forma clandestina, en canchas donde haya más tierra que pasto; quién sabe, quizás en las polvorientas canchas de algún cerro o población vuelve el encanto, ese amor e inocencia que inspiró a los hermanos Arellano para formar un club que hizo historia, pero del que, después de un siglo, ya no queda nada, o peor aún, solo queda caos, crimen y espectáculo degradado.