LOS MARTES DE DON DEMETRIO Los aranceles llegaron (II)
POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
Cualquier chileno es libre de sostener que el actual ocupante de la Casa Blanca es un engreído, ególatra, insolente y que se cree emperador. Ha dicho que los 70 enviados de países extranjeros llegados a Washington a pedir modificación de aranceles han ido "a besar su trasero". Vale poner de relieve que la traducción de la palabra "trasero" es muy benigna a la realidad del inglés. Pero que el presidente Boric desde la India el día anterior a que Estados Unidos anunciara la lista arancelaria que impondría al mundo sostuviera que Trump se cree un "emperador" es del todo inadecuado. Lo dijo en el extranjero, en un país cuidadoso del respeto a la dignidad de las autoridades y en un momento absolutamente inoportuno. El jefe del Estado debe recordar que ya no es un diputado por la Región de Magallanes. Me permito hacerle presente lo que un día en una conversación privada el expresidente del Perú, don Fernando Belaúnde -con cuya amistad me honré- me dijo: "Demetrio, en política hay cosas que se hacen y que no se dicen y hay otras que definitivamente ni siquiera deben decirse".
Por otra parte, las expresiones del habitante de La Moneda me han traído a la mente una historia de Condorito. El pajarraco, después de haber tenido un problema con ferrocarriles, se fue a la línea del tren y se puso en el medio de aquella en el momento en que un convoy avanzaba a gran velocidad. Y estando cerca la colisión, sacando pecho, gritó: "El que suena, suena."
Entrar a analizar cómo los aranceles anunciados por Trump pueden afectar a Chile es hoy una tarea casi imposible, dado que las decisiones del millonario de Nueva York son modificadas casi diariamente. Cambió los primitivamente diferenciados por país a un 10% general por algunos meses, a excepción de China, que de inmediato le impuso uno de casi 150%. Pese a ello, para los efectos prácticos de este artículo tomaré como base esa especie de lista de supermercado anunciada el miércoles 2 de este mes. Allí hay una variedad de porcentajes. Chile aparece con el mínimo, con un 10%, dejando momentáneamente fuera de este incremento al cobre y la madera. La incidencia en la economía americana de estos dos productos chilenos es muy alta, por lo cual resulta difícil que en el futuro se produzca una mutación en aquello. En el caso de la madera, además, hay que tener en cuenta que varios de los grandes competidores de Chile en el mercado americano fueron cargados en mayor porcentaje, lo que significaba que los envíos nacionales serían más competitivos. Ahora, si consideramos otros productos como la fruta, la mayoría de ella ingresa a Estados Unidos en los momentos en que el hemisferio norte vive en invierno, por lo tanto, los únicos competidores serios que tiene la fruta chilena son Argentina y Australia, las que eran gravadas con una tasa igual a la nuestra. La competencia sería la misma de hoy. En cuanto a Sudáfrica, el otro productor en esa época del año, el derecho de importación era de un 30%, lo que significaba que éramos más competitivos. Por otra parte, si se analiza el caso del salmón, el gran competidor de Chile es Noruega, que era gravado con un 15%. En el caso del vino, Italia, España y Francia deberían haber pagado un 20% y nosotros sólo un 10%. O sea, en varios casos salíamos beneficiados. En resumen, los productos chilenos de exportación más importantes no eran dañados, si es que se toma el criterio del 2 de abril. Claro que si miramos el caso de la mediana empresa las cosas pueden ser diferentes, dada la variedad de productos que envía al exterior y que debe competir con diferentes países.
Pero el problema es otro. Esta acción unilateral de Estados Unidos que ha resultado ser una verdadera guerra comercial, cuyos coletazos han afectado en forma importante las bolsas de valores de todos los países, las que cayeron fuertemente -incluida la de Nueva York-, para luego recuperarse en algo, hace que se esté produciendo una volatilidad en los papeles transados y en el valor del dólar, lo que ha resultado en una inseguridad económica global que nos llevará a una alteración seria de los mercados y en una baja en la demanda a nivel mundial. Es decir, el ambiente económico del orbe será malo y sufriremos tanto como lo hicimos hace algunos años con la crisis subprime de Estados Unidos.
Es muy posible que los proyectos económicos nacionales se vean dañados y que tanto el cálculo de la inflación como el del crecimiento anual sean víctimas indirectas de esta casi demencia que sobre el tema ronda en la Oficina Oval. El propio FED (Banco Central de Estados Unidos) ha expresado su honda preocupación sobre cómo esto puede afectar a la economía americana. Habrá menos productos de costo bajo, lo que si bien beneficiará a algunos americanos productores de ciertos bienes, a la larga será negativo para la población en general, pues creará inflación. En la práctica, puede parecer cierta abundancia para algunos estadounidenses hoy día, pero problemas para todos mañana. El hecho que Trump haya cancelado temporalmente, como ya se indicó, la aplicación de la lista mostrada el miércoles 2 de abril, ha creado cierto alivio, pero ha incrementado la incertidumbre sobre el futuro.
Ante este mundo económico tan revuelto, la pregunta que cae de cajón es qué hará Chile. Algunos, como la brillante presidenta de la Confederación de la Producción y el Comercio, que siempre emite opiniones juiciosas, en mi opinión, esta vez ha errado. La idea que debemos enviar a Washington una delegación muy representativa para negociar de inmediato nuestro futuro, estimo que no es la adecuada. En otras palabras, pretender que seamos parte del coro de 70 países que ha ido a esa ciudad a "besarle el trasero a Trump" no me parece conveniente ni honorable.
Ella agrega que nuestra ausencia nos podría dejar en una situación disminuida frente a los otros y que la no presencia chilena en este momento podría ser mal interpretada. Me permito recordarle que tenemos con EE.UU. un acuerdo de libre comercio que regula nuestras vinculaciones en ese rubro y por ello debemos ahora hacer uso de él. El texto de ese tratado señala que deben llevarse a cabo citas bilaterales cada cierto tiempo a fin de revisar cómo funciona lo acordado. Dentro de ese calendario que está consensuado la próxima reunión será en junio de este año. Estimo que lo que debemos hacer es esperar ese encuentro y allí en solitario exponer nuestra posición. Intentar negociar ahora como parte de un grupo que debe tener problemas para conseguir una audiencia incluso con un funcionario de bajo nivel del Departamento de Comercio o del Departamento de Estado, no es lo más conveniente. Tenemos varios meses para arribar bien preparados a dicha cita y con buenos argumentos para negociar con los americanos los puntos que ellos han mencionado como conflictivos.
Con ese objetivo debe designarse una comisión de alto nivel que considere todas las variables involucradas. De aquí a junio hay tiempo suficiente para estudiar a fondo las alternativas existentes. Por ahora, una declaración del ministro de Hacienda o del canciller en el sentido que esperaremos el encuentro ya acordado de junio, constituiría un mensaje más que suficiente para Estados Unidos y el resto del mundo en el sentido que Chile espera las instancias ya institucionalizadas para dar las respuestas adecuadas y solucionar el tema. Nos evitaríamos así ser parte del coro de "pedigüeños" que, como lo indicó Trump, está allí para besar su trasero.