Las complejidades de un Papa sencillo
POR IGNACIO SERRANO DEL POZO, UNIVERSIDAD ANDRÉS BELLO
Su liderazgo carismático fue una bendición en muchos aspectos, pero también generó debates y controversias en el mundo y en nuestro país. Su estilo, alejado del rígido protocolo vaticano y la pompa, le permitió conectar de manera directa con la gente común. Sin embargo, esa misma espontaneidad lo llevó a episodios polémicos o desafortunados, como cuando calificó de "tontos y zurdos" a los fieles de Osorno, o cuando "pidió pruebas" a los periodistas ante las denuncias de abuso contra el obispo de esa diócesis.
Su carácter decidido también se evidenció en su trato con ciertos sectores más conservadores de la Iglesia. Mientras promovía una Iglesia "policéntrica" y abierta a la diversidad de enfoques, mostró escasa tolerancia hacia posturas más tradicionalistas. La restricción del rito latino, rehabilitado por Benedicto XVI, y el control sobre universidades católicas o la revisión de la prelatura personal del Opus Dei fueron ejemplos de su poder de mando.
No obstante, los logros de su ministerio superan ampliamente sus sombras. En primer lugar, fue un auténtico pastor. Su Año de la Misericordia no fue sólo un evento institucional, sino una revolución espiritual que devolvió a muchos la imagen de un Dios cercano y compasivo. Asimismo, fue un Papa de lenguaje simple y directo, con una capacidad comunicativa que recordaba las parábolas del Evangelio. Expresiones como "Iglesia en salida" o "pastores con olor a oveja" reflejaban su habilidad para transmitir ideas complejas de manera llana.
Por último, aunque Jorge Bergoglio no fue un Papa de largos viajes, ni siquiera visitó su natal Argentina para evitar suspicacias políticas, fue quien mejor logró sintonizar con las grandes problemáticas del mundo contemporáneo. Su encíclica Laudato si, sobre ecología y el cuidado del planeta, marcó un hito en el diálogo entre fe y responsabilidad ambiental. También promovió una pastoral de acogida hacia matrimonios en situación irregular y sectores marginados dentro de la Iglesia, demostrando una sensibilidad pastoral acorde con nuestro tiempo.
Pero entre todos estos elementos, quizás fue la sencillez representada en su nombre la que definió su pontificado. Francisco no pretendió exhibir los logros de la Iglesia como trofeos, sino que insistió en su naturaleza pecadora y su necesidad de conversión constante. Su fotografía pagando las cuentas de su alojamiento, viajando en un pequeño auto como copiloto o arrodillado en el confesionario son imágenes potentes que difícilmente serán olvidadas. Y el sello de una Iglesia menos jerárquica y más servicial, más afuera que adentro, "más sinodal y menos clerical", con mayor presencia de laicos y mujeres, será -quizás- su principal legado. Si lo que hizo fue poco o mucho, dependerá también de la continuidad o ruptura que le imprima su sucesor.
Mis hermanos cardenales han ido a buscar un nuevo obispo de Roma al fin del mundo, dijo Jorge Bergoglio el día en que la Iglesia decidió contar, por primera vez, con un Papa latinoamericano. Su partida ofrece ahora la oportunidad de evaluar su rico y complejo pontificado.