LA PELOTA NO SE MANCHA El estadio donde los senderos se bifurcan
El año 1941, el escritor argentino Jorge Luis Borges publicó el cuento "El jardín de los senderos que se bifurcan". En este breve relato se plantea la idea de un tiempo laberíntico que se ramifica en múltiples realidades simultáneas. El personaje del cuento, Stephen Albert, dice al protagonista: "No existimos en la mayoría de estos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otro yo, no usted; en otros, los dos".
Sin saberlo, Borges se estaba anticipando a nociones de física cuántica y la posibilidad de que exista una superposición de momentos y universos paralelos donde se abren múltiples alternativas según las decisiones tomadas. Aquellos a los que les gustan las películas de Marvel o han tenido que ir a verlas obligados por sus hijos (sacrificando una siesta o partido de fin de semana) saben de qué hablo porque han explotado estas ideas hasta la saciedad.
Aplicando esto al fútbol, podemos fantasear con universos en que se dan resultados distintos a los que conocemos. Pensemos, por ejemplo, un universo en el que el penal de Carlos Caszely contra Austria en vez de ir afuera, pega en el palo y se mete a espaldas de Friedrich Koncilia. ¿Qué habría sido de la vida del "Rey del Metro Cuadrado" y del futuro de esa selección en la Copa?
Avanzando en el tiempo, imaginamos un universo en el que el Cóndor Rojas decide no cortarse; y, aunque Chile queda eliminado de Italia, clasifica al mundial de Estados Unidos con la base del equipo de Colo Colo que fue campeón de la Libertadores. Recordemos que esa selección empató 3 a 3 en un amistoso con Argentina que venía liderado por Maradona y que se preparaba para ese mundial. ¿Quién sabe? En una de esas, en un mundo bifurcado eliminamos a Colombia, la defensa Andrés Escobar no hace el autogol y sobrevive. Las ramificaciones en que esto deriva, tal como se plantean en el cuento de Borges, son infinitas.
Se me viene a la cabeza, además, el palo de Pinilla contra los brasileros en el mundial del 2014. En un universo distinto pasa Chile y los locales se ahorran el bochorno de caer por 7 goles contra Alemania. ¿Hasta dónde llega la Roja en esa realidad paralela?
Ese mismo año, Wanderers estuvo unos minutos de ser campeón en una definición en la que peleaba por el título contra Universidad de Chile. Un penal a favor de los azules contra Unión La Calera los privó de otro título. Quizás hay un mundo en que ese penal no ocurre y los del puerto son campeones, un universo que no conoce de descensos, sino de Copas Libertadores y más estrellas.
Las posibilidades son infinitas y cada uno tiene la libertad de imaginar a la selección, su equipo e incluso a uno mismo en esas pichangas de barrio o la escuela que pudieron haber cambiado nuestro destino o, siguiendo la línea de Borges, universos en los que celebramos aquel penal que en vez de terminar en la Escuela Naval se clavó en el ángulo haciéndonos más felices, pero también menos curtidos.
Muchas décadas después de Borges, su compatriota argentino, el escritor Eduardo Sacheri en su libro El fútbol, de la mano se rebela contra la absurda idea de contar ovejas para conciliar el sueño en un mundo donde ver borregos es tan raro como gente amable en las redes sociales. Sacheri propone, en cambio, imaginar la práctica de tiros libres, desde distintos lados, en la cancha que uno quiera, pero sin público, para evitar presiones que impidan conciliar el sueño. Yo, por el contrario, después de leer a Borges, elijo universos paralelos, uno lleno de triunfos, penales, copas y ascensos que, por pequeños detalles, jamás se dieron. Usted también puede imaginar un mundo donde no pierde el tiempo leyendo esta columna, uno donde es más culto y productivo, aunque también menos feliz.