El show vacío de Winter en el Puerto
La carta del FA lanzó el sábado su candidatura en Valparaíso entre vaguedades y contradicciones que reflejan desconexión y oportunismo político.
La política chilena vive tiempos donde la forma importa más que el fondo, y la visita de Gonzalo Winter a Valparaíso para lanzar su precandidatura presidencial es una muestra de ello: más selfies que propuestas, más eslóganes que soluciones reales.
Winter llegó a la ciudad puerto prometiendo "conversar sobre las esperanzas y propuestas para esta región". Sin embargo, detrás de las frases hechas no hubo más que generalidades vacías, tan recicladas como desconectadas de las verdaderas urgencias locales.
La pretensión quedó aún más en evidencia con la ausencia de la alcaldesa Macarena Ripamonti, quien -calculadora como siempre- prefirió no sumarse al acto. Una ausencia que revela la falta de convicción incluso en su propio sector, aun cuando se vio forzada a recibirlo al día siguiente, según consignó el candidato anoche en sus redes sociales.
Desde la Plaza Aníbal Pinto, Winter habló de "construcción y reconstrucción", palabras que le quedan grandes a un gobierno que ha sido incapaz de reconstruir las viviendas destruidas por el megaincendio que arrasó Viña y Quilpué. La contradicción no puede ser más evidente: mientras se promete futuro, el presente son las cantinfleadas del ministro Carlos Montes y los ecos del caso Convenios.
A eso sumó un delirante discurso sobre multilateralismo y la necesidad de "exportar más" hacia Asia, para así supuestamente generar el royalty que permitirá "reparar los ascensores con tecnología local", olvidando convenientemente que hace poco tiempo atacaba el TPP-11, asegurando que "amenazaba la soberanía nacional".
Mientras tanto, Valparaíso no necesita gestos simbólicos, sino soluciones reales. Desde la llegada de Boric al poder, la región ha sufrido abandono, inseguridad creciente y precarización laboral. Prometieron descentralización y entregaron olvido.
Winter también es de esa cáfila que justificó el estallido social como un acto necesario, ignorando que para Valparaíso dejó cicatrices aún visibles: comercio destruido, infraestructura arrasada y un daño económico que todavía persiste. Justificar semejante destrucción como un "proceso natural" muestra una desconexión alarmante con las comunidades.
Súmese a ello que, pese a su educación de elite en el Verbo Divino y la Universidad de Chile, Winter cae en una ignorancia supina sobre la economía y en el simplismo de afirmar que el Estado debe hacerlo todo, sin reconocer sus falencias históricas. Gobernar no es declamar versos, sino enfrentar la complejidad con realismo. El resto no es más que humo.