Una oportunidad de diálogo en la PUCV
La Univ. Católica de Valparaíso enfrenta una movilización inédita. Más que crisis, es una oportunidad para corregir desajustes. Que una comunidad tradicionalmente moderada recurra a esta medida es una señal que merece ser escuchada con atención, no minimizada.
La Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) enfrenta un hecho muy poco frecuente: sus estudiantes han iniciado un paro general, movilizados por problemas que, aunque largamente advertidos, no habían sido enfrentados con la urgencia necesaria. Que una comunidad tradicionalmente moderada recurra a esta medida es una señal que merece ser escuchada con atención, no minimizada.
Las causas son múltiples: déficit de infraestructura tras la expansión de matrícula, falta de espacios adecuados, hacinamiento en salas y problemas sanitarios como la presencia de roedores en algunas sedes. A ello se suman deficiencias en apoyos estudiantiles y comunicaciones internas. Se trata de situaciones que, más que reflejar mala fe, evidencian los desafíos de un crecimiento rápido que no ha estado exento de desajustes.
La respuesta institucional fue quizás demasiado rápida en esta ocasión, ofreciendo continuidad académica a través de clases online. Sin embargo, tal celeridad contrasta con las propias demandas, las cuales los estudiantes sienten que no son atendidas con la misma premura. Es ahí donde surge el malestar: no en la existencia de dificultades -que son entendibles-, sino en la percepción de respuestas dispares para uno y otro.
La movilización de los estudiantes no niega la disposición al diálogo. Más bien busca acelerarlo, darle un sentido de urgencia que quizás en tiempos normales se diluye. Es una oportunidad para fortalecer los canales de comunicación y para que la universidad, fiel a su tradición humanista, se muestre abierta a reconocer desafíos y corregir rumbos.
La PUCV tiene hoy la posibilidad de convertir este episodio en un ejemplo de madurez institucional: escuchar de verdad, corregir donde sea necesario, y avanzar junto a su comunidad. Porque una universidad que se moderniza con participación y empatía es una universidad más fuerte.